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¿Qué es el cáncer de seno?
El cáncer de seno (mama) es un tumor maligno que se origina en las células del seno. Esta enfermedad ocurre principalmente en las mujeres, pero los hombres también pueden padecer cáncer de seno. Esta información solo trata del cáncer de seno en mujeres. 
El seno normal
Para entender el cáncer de seno, resulta útil familiarizarse un poco con las partes de un seno normal, lo cual se muestra en la ilustración a continuación.

El seno de una mujer está formado por glándulas que pueden producir leche (lobulillos), pequeños conductos que llevan la leche de los lobulillos al pezón, tejido adiposo y conectivo, vasos sanguíneos y vasos linfáticos.
La mayoría de los cánceres de seno comienza en las células que revisten a los conductos. Menos cánceres de seno se originan en las células que revisten los lobulillos. Los cánceres también pueden comenzar en las células de otros tejidos en el seno. A estos se les llama sarcomas y linfomas, y en realidad no se consideran cánceres de seno.
La mayoría de los cánceres de seno comienzan en las células que recubren los conductos (cánceres ductales). Algunos cánceres de seno se originan en las células que recubren los lobulillos (cánceres lobulares), mientras que un pequeño número se origina en otros tejidos.


El sistema linfático
Es importante entender el sistema linfático, ya que éste es una de las maneras por las que el cáncer de seno se puede propagar. Este sistema tiene varias partes.
Los ganglios linfáticos son pequeños agrupaciones en forma de fríjol de células del sistema inmunitario (importantes en la lucha contra las infecciones) que se interconectan mediante los vasos linfáticos. Los vasos linfáticos son similares a venas pequeñas, excepto que transportan un líquido claro llamado linfa (en lugar de sangre) fuera del seno. La linfa contiene líquido intersticial y productos de desecho, así como células del sistema inmunitario. Las células del cáncer de seno pueden ingresar en los vasos linfáticos y comenzar a crecer en los ganglios linfáticos.
La mayoría de los vasos linfáticos del seno conducen a los ganglios linfáticos en las axilas (ganglios axilares). Algunos vasos linfáticos conducen a los ganglios linfáticos dentro del tórax (ganglios mamarios internos) y a aquellos en la parte superior o inferior de la clavícula (ganglios supraclaviculares o infraclaviculares).
Es importante saber si las células cancerosas se han propagado a los ganglios linfáticos, ya que de ser así, existe una probabilidad mayor de que las células hayan podido alcanzar el torrente sanguíneo y se hayan propagado (metástasis) a otros lugares del cuerpo. Mientras más ganglios linfáticos haya afectados por el cáncer de seno, mayor es la probabilidad de que el cáncer también sea encontrado en otros órganos. Es importante saber esto, ya que podría afectar su plan de tratamiento. Aun así, no todas las mujeres con células cancerosas en sus ganglios linfáticos presentan metástasis, y es posible que algunas mujeres no tengan células cancerosas en sus ganglios linfáticos y luego presentar metástasis.

Protuberancias benignas en los senos
La mayoría de las protuberancias o masas que se encuentran en el seno no son cancerosas; esto es, son benignas. A pesar de esto, en algunos casos puede ser necesario tomar muestras y observarlas con un microscopio para confirmar que no se trata de cáncer.

Cambios fibroquísticos
La mayoría resulta ser cambios fibroquísticos. El término "fibroquístico" se refiere a fibrosis y quiste. La fibrosis se refiere a la formación de tejido parecido a una cicatriz (fibroso), y los quistes son sacos llenos de líquido. Los cambios fibroquísticos pueden causar inflamación y dolor de los senos. A menudo esto sucede justo antes de que un periodo menstrual de una mujer vaya a comenzar. Es posible que sus senos se sientan con protuberancias, y algunas veces puede salir un líquido transparente o ligeramente turbio de los pezones.

Otras protuberancias benignas en los senos
Los tumores benignos del seno como los fibroadenomas o los papilomas intraductales son crecimientos anormales, pero no son cancerosos y no se propagan del seno hacia otros órganos. No son una condición que represente una amenaza para la vida. Algunas condiciones benignas del seno siguen siendo importantes porque las mujeres con estas condiciones tienen un riesgo mayor de padecer cáncer de seno. Si desea más información al respecto, consulte la sección ¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de seno?

Términos generales sobre el cáncer de seno
Es importante que entienda algunas de las palabras clave que se usan para describir el cáncer de seno.

Carcinoma
Este término se usa para describir un cáncer que ha comenzado en la capa de revestimiento (células epiteliales) de órganos como el seno. Casi todos los cánceres de seno son carcinomas (carcinomas ductales o carcinomas lobulillares).

Adenocarcinoma
Un adenocarcinoma es un tipo de carcinoma que comienza en el tejido glandular (tejido que produce y segrega una sustancia). Los conductos y los lobulillos del seno son tejidos glandulares (producen leche), por lo que a los cánceres que comienzan en estas áreas a menudo se les llama adenocarcinomas.

Carcinoma in situ
Este término se utiliza para la etapa temprana del cáncer, cuando está confinado a la capa de las células donde se originó. Cuando se refiere al cáncer de seno, in situ significa que las células cancerosas permanecen confinadas a los conductos (carcinoma ductal in situ) o a los lobulillos (carcinoma lobulillar in situ). Estas células no han crecido hacia los tejidos más profundos del seno, ni se han propagado a otros órganos del cuerpo. Algunas veces se les llama cánceres de seno no invasivos o preinvasivos.

Carcinoma invasivo (infiltrante)
Un cáncer invasivo ya ha crecido más allá de la capa de células donde se originó (contrario al carcinoma in situ). La mayoría de los cánceres de seno son carcinomas invasivos (carcinoma ductal invasivo o carcinoma lobulillar invasivo).

Sarcoma
Los sarcomas son cánceres que comienzan en los tejidos conectivos, tal como el tejido muscular, el tejido adiposo o los vasos sanguíneos. Los sarcomas del seno ocurren muy pocas veces.

Tipos del cáncer de seno
Existen varios tipos de cáncer de seno, aunque algunos de ellos se presentan en pocas ocasiones. En algunos casos, un solo tumor del seno puede tener una combinación de estos tipos o tener una mezcla de in situ y cáncer invasivo.

Carcinoma ductal in situ
El carcinoma ductal in situ (ductal carcinoma in situ, DCIS; también conocido como carcinoma intraductal) es el tipo más común de cáncer de seno no invasivo. DCIS significa que las células cancerosas están dentro de los conductos pero no se han propagado a través de las paredes de los conductos hacia el tejido que rodea el seno.
Alrededor de uno de cinco casos nuevos de cáncer de seno serán DCIS. Casi todas las mujeres que son diagnosticadas en esta etapa temprana del cáncer de seno se pueden curar. Un mamograma a menudo es la mejor manera de detectar temprano el DCIS.
Cuando se diagnostica el DCIS, el patólogo (un médico especializado en el diagnóstico de enfermedades mediante el examen de muestras de tejido) buscará si hay áreas de células cancerosas muertas o en proceso de morir, lo que se conoce como necrosis tumoral, dentro de la muestra de tejido. Si hay necrosis, es probable que el tumor sea más agresivo. Frecuentemente se usa el término comedocarcinoma para describir el DCIS con necrosis.

Carcinoma lobulillar in situ
Aunque no es un cáncer verdadero, el carcinoma lobulillar in situ (lobular carcinoma in situ, LCIS; también conocido como neoplasia lobulillar) algunas veces se clasifica como un tipo no invasivo de cáncer de seno, y por eso lo incluimos aquí. Comienza en las glándulas productoras de leche, pero no crece a través de la pared de los lobulillos.
La mayoría de los especialistas en cáncer de seno piensa que el LCIS, por sí mismo, no se convierte en un cáncer invasivo con mucha frecuencia, pero las mujeres que padecen esta condición tienen un mayor riesgo de padecer un cáncer invasivo del seno, en el mismo seno o en el opuesto. Por esta razón, las mujeres con LCIS deben hacerse mamogramas y visitar a sus médicos regularmente.

Carcinoma ductal invasivo (o infiltrante)
Éste es el tipo más común de cáncer de seno. El carcinoma ductal invasivo (o infiltrante) (invasive ductal carcinoma, IDC), comienza en un canal o conducto lácteo del seno, penetra a través de la pared del conducto y crece en el tejido adiposo del seno. En este punto puede tener la capacidad de propagarse (hacer metástasis) hacia otras partes del cuerpo a través del sistema linfático y el torrente sanguíneo. Aproximadamente ocho de 10 de los cánceres invasivos del seno son carcinomas ductales infiltrantes.

Carcinoma lobulillar invasivo (o infiltrante)
El carcinoma lobulillar invasivo (invasive lobular carcinoma, ILC) comienza en las glándulas productoras de leche (lobulillos). Al igual que el IDC, se puede propagar (hacer metástasis) a otras partes del cuerpo. Aproximadamente uno de cada 10 de los cánceres invasivos del seno es un ILC. El carcinoma lobulillar invasivo puede ser más difícil de detectar por mamograma que el carcinoma ductal invasivo.

Tipos de cáncer de seno menos comunes
Cáncer inflamatorio del seno: este tipo de cáncer invasivo del seno no es común. Representa aproximadamente del 1 al 3% de todos los cánceres de seno. Por lo general, no se presenta una sola protuberancia o tumor, sino que el cáncer inflamatorio del seno (inflammatory breast cancer, IBC) hace que la piel del seno luzca rojiza y se sienta acalorada. También causa un aspecto grueso en la piel del seno con hoyuelos similar a la cáscara de una naranja. Los médicos saben ahora que estos cambios no son causados por una inflamación o infección, sino por el bloqueo que producen las células cancerosas en los vasos linfáticos de la piel. El seno afectado puede volverse más grande, firme, sensible, o puede presentar picazón. En sus etapas iniciales, el cáncer inflamatorio del seno a menudo se confunde con una infección en el seno (mastitis). A menudo, este cáncer primero se trata como una infección con antibióticos. Si los síntomas son causados por cáncer, éstos no mejorarán, y es posible que se haga una biopsia en la piel para saber si hay células cancerosas. Debido a que en realidad no hay una masa, es posible que no aparezca en un mamograma, lo que hace que sea aún más difícil encontrarla temprano. Este tipo de cáncer de seno suele tener una mayor probabilidad de propagación y un peor pronóstico que el típico cáncer ductal invasivo o lobulillar invasivo.
Cáncer de seno triple negativo: este término se usa para describir los cánceres de seno (usualmente carcinomas ductales invasivos), cuyas células carecen de receptores de estrógeno y receptores de progesterona, y no tienen un exceso de proteína HER2 en sus superficies. Para más detalles sobre estos receptores, remítase a la sección “¿Cómo se diagnostica el cáncer de seno?". Los cánceres de seno con estas características tienden a presentarse con más frecuencia en mujeres más jóvenes y en mujeres de la raza negra. El cáncer de seno triple negativo tiende a crecer y propagarse más rápidamente que la mayoría de los otros tipos de cáncer de seno. Debido a que las células tumorales carecen de estos receptores particulares, la terapia hormonal ni los medicamentos dirigidos a la HER2 son eficaces contra estos cánceres (aunque la quimioterapia puede que siga siendo útil si es necesario).

Tumores mixtos: los tumores mixtos contienen una variedad de tipos de células, tal como células del cáncer ductal invasivo combinadas con células del cáncer de seno lobulillar invasivo. En este caso, el tumor se trata como si fuera un cáncer ductal invasivo.

Carcinoma medular: este tipo especial de cáncer infiltrante del seno presenta un límite bastante bien definido, entre el tejido del tumor y el tejido normal. También presenta otras características especiales, entre ellas el gran tamaño de las células cancerosas y la presencia de células del sistema inmunitario en los bordes del tumor. El carcinoma medular representa aproximadamente de 3% a 5% de los cánceres de seno. Por lo general, la expectativa (pronóstico) para este tipo de cáncer de seno es mejor que para los tipos más comunes de cáncer invasivo del seno. La mayoría de los especialistas cree que el cáncer medular verdadero ocurre muy pocas veces, y que los cánceres que son llamados cáncer medular deben ser tratados como el cáncer de seno ductal invasivo usual.

Carcinoma metaplásico: este carcinoma (también conocido como carcinoma con metaplasia) es un tipo del cáncer ductal invasivo que ocurre muy pocas veces. Estos tumores incluyen células que normalmente no se encuentran en el seno, tal como células que se parecen a las células de la piel (células escamosas) o células que forman huesos. El tratamiento para estos tumores es como el que se emplea para el cáncer ductal invasivo.

Carcinoma mucinoso: éste es un tipo poco común de cáncer invasivo del seno, también conocido como carcinoma coloide, formado por células cancerosas que producen mucosidad. El pronóstico para el carcinoma mucinoso es usualmente mejor que para los tipos más comunes de cáncer invasivo del seno. No obstante, se trata como carcinoma ductal invasivo.

Enfermedad de Paget del pezón: este tipo de cáncer de seno comienza en los conductos del seno y se propaga hacia la piel del pezón y después hacia la areola, el círculo oscuro que rodea al pezón. Es un tipo poco común y representa sólo alrededor de 1% de todos los casos del cáncer de seno. La piel del pezón y de la areola con frecuencia aparece con costras, escamas y enrojecida, con áreas de sangrado o supuración. Es posible que se experimente ardor o picazón (comezón).

La enfermedad de Paget es casi siempre asociada con el carcinoma ductal in situ o, con más frecuencia, con el carcinoma ductal infiltrante. El tratamiento a menudo requiere mastectomía. Si cuando se extirpa el seno sólo se encuentra DCIS (sin cáncer invasivo), el pronóstico es excelente.

Carcinoma tubular: los carcinomas tubulares son otro tipo especial de carcinoma ductal invasivo del seno. Se les llama tubulares debido a la manera en que las células están agrupadas cuando se observan por medio del microscopio. El carcinoma tubular es responsable de aproximadamente 2% de todos los casos de cáncer de seno. Se trata como carcinoma ductal invasivo, aunque suele tener un mejor pronóstico en comparación con la mayoría de los cánceres de seno.

Carcinoma papilar: las células de estos cánceres tienden a estar agrupadas en proyecciones pequeñas que asemejan dedos cuando se observan por medio del microscopio. Estos tumores se pueden separar en tipos no invasivos e invasivos. El carcinoma papilar intraductal o el carcinoma papilar in situ no es invasivo. Con más frecuencia, se considera un subtipo de carcinoma ductal in situ (DCIS), y son tratados como tal. En pocos casos, el tumor es invasivo, en cuyo caso es tratado como carcinoma ductal invasivo, aunque el pronóstico probablemente sea mejor. Estos cánceres tienden a ser diagnosticados en mujeres de edad más avanzada, y representan no más de 1% o 2% de todos los cánceres de seno.

Carcinoma quístico adenoide (carcinoma adenoquístico): estos cánceres tienen características glandulares (adenoides) y características con apariencia cilíndrica cuando son observados en el microscopio. Representan menos del 1% de los cánceres de seno. En pocas ocasiones se propagan a los ganglios linfáticos o a áreas distantes. Además, usualmente tienen un pronóstico muy favorable.

Tumor filoides: este tipo muy raro de tumor del seno se forma en el estroma (tejido conectivo) del seno, a diferencia de los carcinomas, que se forman en los conductos o en los lobulillos. Otros nombres para estos tumores incluyen tumor filoides y cistosarcoma filoides. Por lo general, estos tumores son benignos, pero en pocos casos pueden ser malignos.

Los tumores filoides benignos se tratan extirpando el tumor y un borde de tejido normal del seno. Un tumor filoides maligno se trata extirpándolo junto con un borde más amplio de tejido normal, o mediante una mastectomía. Aunque cirugía a menudo es todo el tratamiento necesario, puede que estos cánceres no respondan tan bien a los otros tratamientos usados para los cánceres de seno más comunes. Cuando un tumor filoide maligno se propaga, se puede tratar con la quimioterapia que se usa para los sarcomas de tejidos blandos (esto se discute en detalle en nuestro documento “Sarcomas de tejidos blandos”).

Angiosarcoma: ésta es una forma de cáncer que se origina de las células que cubren los vasos sanguíneos o los vasos linfáticos. En raras ocasiones, este cáncer se origina en los senos. Cuando ocurre, por lo general se desarrolla como una complicación de tratamientos previos de radiación. Ésta es una complicación de la radioterapia dirigida al seno que se presenta en muy raras ocasiones y que se puede desarrollar en alrededor de cinco a 10 años después de la radiación. El angiosarcoma también puede ocurrir en el brazo de las mujeres que padecen linfedema, condición que se presenta como resultado de una cirugía de los ganglios linfáticos o radioterapia para tratar el cáncer de seno. Para información sobre linfedema, remítase a la sección, "¿Cómo se trata el cáncer de seno?" Estos tipos de cáncer tienden a crecer y propagarse muy rápidamente. El tratamiento es generalmente el mismo que se emplea para otros sarcomas. Remítase al documento de la Sociedad Americana del Cáncer “Sarcoma: cáncer de tejidos blandos en adultos”.

¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de seno?
Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la probabilidad de que usted contraiga una enfermedad, como por ejemplo el cáncer. Los distintos tipos de cáncer conllevan diferentes factores de riesgo. Por ejemplo, la exposición a los rayos intensos del sol es un factor de riesgo para el cáncer de piel, Fumar es un factor de riesgo para el cáncer de los pulmones, la boca, la laringe, la vejiga, el riñón y otros órganos.
Pero los factores de riesgo no lo indican todo. Si se tiene uno, o hasta varios factores de riesgo, no necesariamente significa que se desarrollará la enfermedad. La mayoría de las mujeres que tienen uno o más factores de riesgo de cáncer de seno nunca padecen la enfermedad, mientras que muchas mujeres que la padecen no tienen factores de riesgo aparentes (además de ser mujer y el envejecimiento). Aún cuando una mujer con factores de riesgo padece de cáncer de seno, resulta difícil saber cuánto pudieron haber contribuido estos factores a su cáncer.
Existen distintos tipos de factores de riesgo. Algunos de ellos, como la edad o raza de una persona, no se pueden cambiar. Otros están relacionados con factores cancerígenos ambientales. Otros más están relacionados con conductas personales tales como fumar, tomar alcohol y la alimentación. Algunos factores tienen más influencia sobre el riesgo que otros, y el riesgo de cáncer de seno cambia con el transcurso del tiempo debido a factores como el envejecimiento o el estilo de vida.

Factores de riesgo que usted no puede cambiar
Sexo
El simple hecho de ser mujer es el principal riesgo de padecer cáncer de seno. Aunque las mujeres tienen muchas más células del seno que los hombres, la razón principal por la que ellas padecen más cánceres de seno consiste en que las células del seno están expuestas constantemente a los efectos de estimulación de crecimiento de las hormonas femeninas, estrógeno y progesterona. Los hombres pueden padecer cáncer de seno, pero esta enfermedad es aproximadamente 100 veces más común entre las mujeres que en los hombres.

Envejecimiento
El riesgo de padecer cáncer de seno aumenta al envejecer. Aproximadamente uno de ocho cánceres de seno se detecta en mujeres menores de 45 años de edad, mientras que alrededor de dos a tres cánceres invasivos del seno se encuentran en mujeres de 55 años o más.

Factores de riesgo genéticos
Se cree que alrededor del 5 al 10% de los casos de cáncer de seno son hereditarios, ósea que se originan directamente de defectos genéticos (llamados mutaciones) heredados de uno de los padres. Si desea más información sobre los genes y el ADN, consulte la sección "¿Conocemos las causas del cáncer de seno?".
BRCA1 y BRCA2: la causa más común de cáncer de seno hereditario es una mutación hereditaria en los genes BRCA1 y BRCA2. En las células normales, estos genes ayudan a prevenir el cáncer al producir proteínas que ayudan a evitar el crecimiento anormal de las células. Si usted heredó una copia mutada de uno de estos dos genes de cualquiera de sus padres, usted tiene un alto riesgo de cáncer de seno en el transcurso de su vida. El riesgo puede ser tan alto como 80% para los miembros de algunas familias con mutaciones BRCA. Estos cánceres tienden a presentarse en mujeres más jóvenes y con más frecuencia son bilaterales (en ambos senos) en comparación con cánceres en mujeres que no nacieron con ninguna de estas mutaciones genéticas. Las mujeres con estas mutaciones hereditarias también tienen un riesgo aumentado de padecer otros cánceres, particularmente cáncer de ovario.

Antecedentes familiares de cáncer de seno
El riesgo del cáncer de seno es mayor entre las mujeres cuyos familiares directos (consanguíneos) desarrollaron esta condición.

El que un familiar de primer grado (madre, hermana o hija) padezca cáncer de seno casi duplica el riesgo de una mujer. Si dos familiares de primer grado padecen la enfermedad, el riesgo aumenta aproximadamente cinco veces.
Aunque no se sabe el riesgo exacto, las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de seno en el padre o un hermano también tienen riesgo aumentado de padecer esta enfermedad. En total, alrededor del 20 al 30% de las mujeres con cáncer de seno tiene un familiar con esta enfermedad. Esto significa que la mayoría (70% al 80%) de las mujeres que padecen cáncer de seno no tienen antecedentes familiares de esta enfermedad.

Antecedentes personales de cáncer de seno
Una mujer con cáncer en un seno tiene un riesgo de tres a cuatro veces mayor de padecer un nuevo cáncer en el otro seno o en otra parte del mismo seno. Esto es diferente a la recurrencia (regreso) del primer cáncer.

Raza y origen étnico
Las mujeres de raza blanca tienen una probabilidad ligeramente mayor de padecer cáncer de seno que las mujeres de raza negra. Las mujeres de raza negra tienen más probabilidades de fallecer de este cáncer. Parte de esto parece deberse a que las mujeres de la raza negra tienden a padecer tumores más agresivos, aunque la razón de esto se desconoce. Las mujeres asiáticas, hispanas e indias americanas tienen un menor riesgo de padecer y morir de cáncer de seno.

Tejido del seno denso
Las mujeres con tejido del seno más denso (como se observa en un mamograma) tienen tejido más glandular y menos tejido adiposo, por lo que tienen un riesgo mayor de cáncer de seno. Desafortunadamente, el tejido del seno denso también puede hacer más difícil que los médicos identifiquen problemas en los mamogramas.

Ciertas condiciones benignas del seno
Las mujeres diagnosticadas con ciertas condiciones benignas pueden tener un riesgo aumentado de cáncer de seno. Algunas de estas condiciones están más asociadas al riesgo de cáncer de seno que otras. Los doctores a menudo dividen las condiciones benignas del seno en tres grupos generales, dependiendo de cómo ellas afectan este riesgo.
Lesiones no proliferativas: estas condiciones no están asociadas con el sobrecrecimiento del tejido mamario. No parecen afectar el riesgo de cáncer de seno, o de afectar el riesgo, es a muy poca extensión. Éstas incluyen:

Enfermedad fibroquística (fibrosis y/o quistes).
Hiperplasia leve.
Adenosis (no esclerosante).
Fibroadenoma simple.
Tumor filoide (benigno).
Un solo papiloma.
Necrosis adiposa.
Mastitis.
Ectasia ductal.
Otros tumores benignos (lipoma, hamartoma, hemangioma, neurofibroma).
Lesiones proliferativas sin atipia: estas condiciones muestran un crecimiento excesivo de células en los conductos y lobulillos del tejido mamario. Estas condiciones parecen aumentar ligeramente el riesgo de cáncer de seno en una mujer (de una y media a dos veces respecto al riesgo normal). Éstas incluyen:

Hiperplasia ductal usual (sin atipia).
Fibroadenoma complejo.
Adenosis esclerosante.
Varios papilomas o papilomatosis.
Cicatriz radial.
Lesiones proliferativas con atipia: en estas condiciones, existe crecimiento excesivo de células en los conductos o lobulillos del tejido del seno, y las células ya no lucen normales. Estas condiciones tienen un efecto mayor en el riesgo de cáncer de seno, aumentándolo de cuatro a cinco veces más que el riesgo normal. Éstas incluyen:

Hiperplasia ductal atípica (atypical ductal hyperplasia, ADH).
Hiperplasia lobulillar atípica (atypical lobular hyperplasia, ALH).
Las mujeres con un antecedente familiar de cáncer de seno y con hiperplasia o hiperplasia atípica tienen un riesgo aún mayor de padecer un cáncer de seno.

Para más información sobre estas condiciones, consulte el documento “Condiciones no cancerosas del seno” de la Sociedad Americana del Cáncer.

Carcinoma lobulillar in situ
Las mujeres con carcinoma lobulillar in situ (LCIS) tienen un riesgo de siete a once veces mayor de padecer cáncer en cualquiera de los senos.

Períodos menstruales
Las mujeres que han tenido más ciclos menstruales debido a que comenzaron a menstruar a una edad temprana (antes de los 12 años) y/o que experimentaron la menopausia a una mayor edad (después de los 55 años) tienen un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de seno. Esto puede estar relacionado con una exposición mayor a las hormonas estrógeno y progesterona durante toda la vida.

Antecedente de radiación al tórax
Las mujeres que siendo niñas o jóvenes recibieron radiación en el área del tórax como tratamiento contra otro tipo de cáncer (como la enfermedad de Hodgkin o el linfoma no Hodgkin) tienen un riesgo significativamente mayor de padecer cáncer de seno. Esto varía con la edad de la paciente al momento de recibir la radiación. Si también se administró la quimioterapia, esto pudo haber detenido por un tiempo la producción de hormonas ováricas, reduciendo el riesgo. El riesgo de padecer un cáncer de seno debido a radiación administrada al tórax es el mayor si la radiación se recibió durante la adolescencia, cuando los senos aún estaban en desarrollo. La radioterapia después de los 40 años no parece aumentar el riesgo de cáncer de seno.

Exposición a dietilestilbestrol
Desde los años 40 a los 60, a algunas mujeres embarazadas se les administraba el medicamento dietilestilbestrol (DES), ya que se pensaba que éste disminuía las probabilidades de perder el bebé. Estas mujeres tienen un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de seno. Las mujeres cuyas madres tomaron dietilestilbestrol durante el embarazo también pudieran tener un riesgo ligeramente mayor de cáncer de seno. Para más información sobre DES, remítame al documento “DES Exposure: Questions and Answers” (disponible en inglés solamente) de la Sociedad Americana del Cáncer.

Factores relacionados con el estilo de vida y el riesgo de cáncer de seno
No tener hijos o tenerlos tarde en la vida
Las mujeres que no han tenido hijos o que tuvieron su primer hijo después de los 30 años tienen un riesgo de cáncer de seno ligeramente mayor. Los embarazos múltiples y quedar embarazada cuando la mujer es joven reducen el riesgo del cáncer de seno. El embarazo reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer, lo cual puede que sea una razón de este efecto.

Uso reciente de anticonceptivos orales
Los estudios han reportado que las mujeres que usan anticonceptivos orales tienen un riesgo ligeramente mayor de tener cáncer de seno que aquellas mujeres que nunca los han usado. El riesgo parece bajar a lo normal con el paso del tiempo una vez se dejan de tomar las pastillas anticonceptivas. Las mujeres que dejaron de usar los anticonceptivos orales hace más de 10 años no parecen tener aumento del riesgo de padecer cáncer de seno. Al considerar el uso de los anticonceptivos orales, las mujeres deben discutir con su equipo de atención médica sus otros factores de riesgo de cáncer de seno.

Uso de terapia hormonal posmenopáusica
La terapia hormonal posmenopáusica (post-menopausal hormone therapy, PHT), también conocida como terapia de restitución de hormonas ha sido usada por muchos años para ayudar a aliviar los síntomas de la menopausia y para ayudar a prevenir la osteoporosis (adelgazamiento de los huesos). Los estudios más preliminares sugirieron que la terapia hormonal también pudiese tener otros beneficios a la salud, pero estos beneficios no han sido encontrados en estudios más recientes y mejores diseñados.
Existen dos tipos principales de terapia hormonal posmenopáusica. Para las mujeres que siguen teniendo el útero (matriz), los doctores generalmente recetan estrógeno y progesterona (conocida como terapia hormonal posmenopáusica combinada). Debido a que el estrógeno solo puede aumentar el riesgo de cáncer de útero, se agrega progesterona para ayudar a prevenir esto. Por otro lado, a las mujeres que ya no tienen útero (aquellas que se sometieron a una histerectomía) se les puede recetar sólo estrógeno. A esto se le conoce comúnmente como terapia de restitución de estrógeno
Terapia hormonal posmenopáusica combinada (PHT): el uso de terapia hormonal posmenopáusica combinada aumenta el riesgo de padecer cáncer de seno. Además, pudiera aumentar las probabilidades de morir de cáncer de seno. Este aumento en riesgo se puede observar con tan poco como dos años de uso. Los estudios a gran escala han encontrado que hay un aumento en el riesgo de cáncer de seno relacionado con el uso de la PHT combinada. La terapia combinada también aumenta la probabilidad de que el cáncer pueda ser encontrado en una etapa más avanzada, posiblemente porque reduce la eficacia de los mamogramas.
El riesgo aumentado debido a la terapia hormonal posmenopáusica combinada parece aplicar sólo a las usuarias actuales y recientes. El riesgo de una mujer de cáncer de seno parece regresar al de la población general dentro de cinco años después de suspender la terapia hormonal posmenopáusica combinada.
Terapia de restitución de estrógenos (ERT): el uso de estrógeno solo después de la menopausia no parece aumentar tanto el riesgo de cáncer de seno, si es que lo aumenta. Sin embargo, en algunos estudios se ha descubierto que la ERT aumenta el riesgo de cáncer de ovario y del seno cuando se usa por mucho tiempo (por más de 10 años).
Actualmente, tal parece que existen pocas razones contundentes para usar la terapia hormonal posmenopáusica (terapia hormonal posmenopáusica o terapia de restitución de estrógenos combinadas), que no sea para posiblemente aliviar por un corto periodo de tiempo los síntomas de la menopausia. Además del riesgo aumentado de cáncer de seno, la terapia hormonal posmenopáusica combinada parece aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca, coágulos sanguíneos y ataques al cerebro. La terapia reduce el riesgo de cáncer colorrectal y osteoporosis, pero estos beneficios y el posible daño deben evaluarse teniendo en cuenta que existen otros métodos efectivos para prevenir la osteoporosis. Aunque la terapia de restitución de estrógenos no parece tener mucho efecto en el riesgo de cáncer de seno, sí aumenta el riesgo de ataque al cerebro. El riesgo aumentado de la terapia de restitución hormonal es el mismo para hormonas “bioidénticas” y “naturales” que para las hormonas sintéticas.
La decisión de usar la terapia hormonal posmenopáusica debe tomarla la mujer y su médico después de analizar los posibles riesgos y beneficios (incluyendo la gravedad de los síntomas de la menopausia), y considerar los factores riesgos para enfermedad cardiaca, cáncer de seno y osteoporosis. Si una mujer y su médico deciden emplear la terapia hormonal posmenopáusica como tratamiento de los síntomas menopáusicos, por lo general es mejor usar la menor dosis posible y por el tiempo más breve que sea efectiva para ella.

Mujeres que no lactan a sus bebés
Algunos estudios sugieren que la lactancia pudiera disminuir ligeramente el riesgo de cáncer de seno, especialmente si la lactancia se prolonga por 1 1/2 a 2 años. No obstante, ésta ha sido un área muy difícil de estudiar.
La explicación para este posible efecto puede ser que la lactancia reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer (similar a comenzar los periodos menstruales a una edad mayor o experimentar la menopausia temprano).

Alcohol
La ingestión de bebidas alcohólicas está claramente asociada con un aumento en el riesgo de padecer cáncer de seno. El riesgo aumento con la cantidad de alcohol consumido. En comparación con las mujeres que no ingieren alcohol, las que consumen una bebida alcohólica diaria tienen un aumento muy ligero en el riesgo. Aquéllas que toman de dos a cinco bebidas al día tienen alrededor de 1 ½ veces más riesgo que las mujeres que no toman alcohol. También se sabe que el consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de padecer cánceres de la boca, garganta, esófago e hígado. La Sociedad Americana del Cáncer recomienda que las mujeres limiten su consumo de alcohol a no más de un trago al día.

Sobrepeso y obesidad
Se ha encontrado que el sobrepeso u la obesidad aumentan el riesgo de cáncer de seno, especialmente en mujeres después de la menopausia. Antes de la menopausia, sus ovarios producen la mayor cantidad de estrógeno, y el tejido adiposo produce una pequeña cantidad de estrógeno. Por otro lado, después de la menopausia (cuando los ovarios dejan de producir estrógeno), la mayor parte del estrógeno de una mujer proviene del tejido adiposo. Un exceso de tejido adiposo después de la menopausia puede aumentar su probabilidad de padecer cáncer de seno al aumentar los niveles de estrógeno.
Sin embargo, la relación entre el peso y el riesgo de cáncer de seno es compleja. Por ejemplo, el riesgo parece aumentar en las mujeres que suben de peso en su vida adulta, pero es posible que no aumente en aquellas mujeres que han tenido exceso de peso desde la infancia. Además, un exceso de grasa en el área de la cintura afecta el riesgo más que la misma cantidad de grasa en las caderas y en los muslos. Los investigadores creen que las células grasas de varias partes del cuerpo tienen diferencias sutiles que pueden explicar esta observación.
La Sociedad Americana del Cáncer recomienda mantener un peso saludable durante toda su vida mediante el consumo balanceado de alimentos, la actividad física y evitar el exceso de peso.

Falta de actividad física
La evidencia que indica que la actividad física en forma de ejercicio reduce el riesgo de cáncer de seno está aumentando. La pregunta principal es determinar cuánto ejercicio es necesario. En un estudio de la "Women’s Health Initiative" , caminar a paso ligero tan poco como 1.25 a 2.5 horas por semana redujo a 18% el riesgo de una mujer. Con diez horas de caminata a la semana se redujo el riesgo aún un poco más.
Para reducir su riesgo de cáncer de seno, la Sociedad Americana del Cáncer recomienda 45 a 60 minutos de actividad física intencional durante cinco o más días de la semana.

Factores con efectos inciertos, controversiales o no comprobados en el riesgo de cáncer de seno

Alimentos con alto contenido de grasas
Los estudios relacionados con la grasa en la alimentación y el riesgo del cáncer de seno frecuentemente dan resultados conflictivos.

En la mayoría de los estudios se ha encontrado que el cáncer de seno es menos común en aquellos países cuya dieta típica tiene un bajo contenido total de grasas, bajo contenido de grasas poliinsaturadas y bajo contenido de grasas saturadas. Por otro lado, muchos estudios realizados en las mujeres de los Estados Unidos no han encontrado que exista una relación entre el riesgo del cáncer de seno y el consumo de grasas en la alimentación. Los investigadores todavía no están seguros de cómo explicar este desacuerdo aparente. Los estudios en los que se compara la alimentación y el riesgo de cáncer de seno en diferentes países se complican con otras diferencias (como por ejemplo el nivel de actividad, la ingestión de otros nutrientes y los factores genéticos), que también pueden alterar el riesgo de cáncer de seno.
Es necesario realizar más investigaciones para entender mejor el efecto de los tipos de grasa consumidos sobre el riesgo de cáncer de seno. Sin embargo, se ha demostrado que las calorías son un factor que cuenta, y la grasa es su fuente principal. Los alimentos con altos contenidos de grasa pueden causar obesidad o sobrepeso, lo que es un factor de riesgo para el cáncer de seno. Sin embargo, se ha demostrado que estos factores afectan el riesgo de padecer otros tipos de cáncer, y el consumo de ciertos tipos de grasa se relaciona claramente con el riesgo de padecer trastornos cardíacos.

Humo del tabaco

La mayoría de los estudios han reportado que no hay una relación entre fumar cigarrillos y el cáncer de seno. Aunque algunos estudios han sugerido que el fumar aumenta el riesgo de cáncer de seno, esto sigue siendo controversial.

Un foco activo de investigación consiste en si el humo de segunda mano aumenta el riesgo de cáncer de seno. Tanto el humo directo que aspira el fumador como el humo de segunda mano contienen químicos que, en altas concentraciones, causa cáncer de seno en roedores. Los químicos en el humo del tabaco alcanzan el tejido del seno, los cuales han sido encontrados en la leche materna.

La evidencia relacionada con el humo de segunda mano y el riesgo de cáncer de seno en los estudios con humanos es controversial, por lo menos en parte ya que no se ha demostrado que los fumadores están en riesgo aumentado. Otra posible explicación para esto consiste en que el humo del tabaco puede tener diferentes efectos en el riesgo de cáncer de seno de los fumadores y de aquellas personas que sólo están expuestas al humo.

Un informe de la Agencia de Protección Ambiental de California concluyó en 2005 que la evidencia asociada con el humo de segunda mano y el cáncer de seno es “consistente con una asociación causal” en mujeres jóvenes, principalmente premenopáusicas. El informe de la Dirección General de Salud Pública de los Estados Unidos “The Health Consequences of Involuntary Exposure to Tobacco Smoke”, emitido en 2006, concluyó que en este momento la evidencia es “sugerente, pero no suficiente” para establecer el vínculo. De todas maneras, este posible vínculo con el cáncer de seno es otra razón para evitar el humo de segunda mano.

¿Conocemos las causas del cáncer de seno?
Aunque muchos factores de riesgo pudieran aumentar las probabilidades de llegar a tener cáncer de seno, todavía no se sabe exactamente cómo algunos de estos factores de riesgo causan que las células se vuelvan cancerosas. Las hormonas parecen desempañar un papel en muchos casos del cáncer de seno, aunque no se conoce totalmente cómo esto ocurre.
Ciertos cambios en el ADN pueden causar que las células normales del seno se hagan cancerosas. El ADN es el químico en cada una de nuestras células que porta nuestros genes (las instrucciones sobre cómo funcionan nuestras células). Por lo general, nos parecemos a nuestros padres porque ellos son la fuente de nuestro ADN. Sin embargo, el ADN afecta algo más que nuestra apariencia.
Algunos genes contienen instrucciones para controlar cuándo nuestras células crecen, se dividen y mueren. A ciertos genes que aceleran la división de las células se les denomina oncogenes. Otros, que desaceleran la división celular o que causan que las células mueran en el momento oportuno, se llaman genes supresores de tumores. El cáncer puede ser causado por mutaciones (cambios) en el ADN que “activan” los oncogenes o “desactivan” los genes supresores de tumores.

¿Se puede prevenir el cáncer de seno?
No existe una manera segura de prevenir el cáncer de seno, pero existen algunas cosas que todas las mujeres pueden hacer, lo cual podría reducir su riesgo, o en caso de que el cáncer suceda, podría favorecer las probabilidades de detectar la enfermedad en sus etapas iniciales cuando es más tratable.

Cómo reducir su riesgo
Usted puede reducir su riesgo de cáncer de seno si altera aquellos factores de riesgo que se pueden cambiar (remítase a la sección, ¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de seno?) Si limita el consumo de alcohol, hace ejercicio regularmente y mantiene un peso saludable, usted está reduciendo su riesgo de cáncer de seno. Las mujeres que optan por amamantar a sus bebés al menos varios meses también pueden obtener un beneficio adicional al reducir el riesgo de cáncer de seno.
Actualmente no está claro si los químicos en el ambiente que tienen propiedades parecidas al estrógeno (tal como aquellos encontrados en algunas botellas plásticas o ciertos cosméticos y productos del cuidado personal) aumentan o no el riesgo de cáncer de seno. Si existe un riesgo aumentado, probablemente es muy pequeño. Aun así, las mujeres que estén preocupadas por este riesgo pueden optar por evitar los productos que contienen estas sustancias cuando sea posible.

Detección temprana del cáncer de seno
No previene el cáncer de seno, pero puede ayudar a detectar el cáncer cuando hay mayores probabilidades de que el tratamiento sea exitoso.

Quimioprevención en el cáncer de seno

La quimioprevención es el uso de medicamentos para reducir el riesgo de cáncer. Se han estado estudiando varios medicamentos para reducir el riesgo de cáncer de seno.

Tamoxifeno: medicamento que obstruye algunos efectos del estrógeno en el tejido del seno. El tamoxifeno se ha estado utilizado durante muchos años para reducir el riesgo de la recurrencia de un cáncer localizado del seno y como tratamiento del cáncer avanzado del seno cuando el tumor es receptor de estrógeno positivo (consulte la sección "¿Cómo se trata el cáncer de seno?"). En varias investigaciones se ha encontrado que el tamoxifeno también puede reducir el riesgo de cáncer de seno en las mujeres que están en riesgo aumentado de la enfermedad.
Los resultados del estudio clínico de prevención del cáncer de seno (BCPT, por sus siglas en inglés) han mostrado que las mujeres bajo riesgo aumentado de cáncer de seno tienen menos probabilidades de padecer la enfermedad si toman tamoxifeno. Las mujeres en el estudio tomaron tamoxifeno o un placebo por cinco años. Después de un seguimiento de siete años, las mujeres que tomaron tamoxifeno presentaron 42% menos cánceres de seno que aquellas que tomaron el placebo, aunque no hubo una diferencia en el riesgo de muerte debido al cáncer de seno. El tamoxifeno está aprobado para reducir el riesgo de cáncer de seno en mujeres con alto riesgo.
Debido a que el tamoxifeno produce efectos secundarios que incluyen el incremento de riesgo de cáncer de endometrio (uterino) y la formación de coágulos, toda mujer debe considerar los posibles beneficios y riesgos del tamoxifeno antes de decidir si es lo adecuado para ella.
Aunque el tamoxifeno parece reducir el riesgo de cáncer de seno en las mujeres con mutaciones genéticas BRCA2, lo mismo puede que no sea verdad para aquellas con mutaciones BRCA1.

Raloxifeno: al igual que el tamoxifeno, el raloxifeno también bloquea el efecto del estrógeno en el tejido del seno. Un estudio de comparación de la eficacia de estos dos medicamentos en mujeres después de la menopausia, llamado "Study of Tamoxifen and Raloxifene" (STAR), encontró que el raloxifeno redujo el riesgo de cáncer de seno invasivo tan bien como el tamoxifeno, aunque no presentó el mismo efecto protector contra el cáncer no invasivo (DCIS o LCIS). No obstante, el raloxifeno ha reducido los riesgos de ciertos efectos secundarios, tal como el cáncer uterino y los coágulos sanguíneos en las piernas o los pulmones, en comparación con el tamoxifeno (aunque el riesgo de coágulos sanguíneos seguía siendo mayor que lo normal).
El raloxifeno ha sido aprobado para ayudar a reducir el riesgo de cáncer de seno en las mujeres que han pasado por la menopausia y que padecen de osteoporosis (adelgazamiento de los huesos) o que están en alto riesgo de cáncer de seno.

Inhibidores de la aromatasa: actualmente también se están estudiando medicamentos como el anastrozol, el letrozol y el examestano como agentes quimiopreventivos en mujeres posmenopáusicas. Estos medicamentos ya se han estado utilizando para ayudar a prevenir las recurrencias del cáncer de seno. Estos medicamentos funcionan al bloquear la producción de las pequeñas cantidades de estrógeno que las mujeres que han pasado por la menopausia normalmente producen. Sin embargo, estos medicamentos también pueden causar efectos secundarios, como dolor y rigidez en las articulaciones y pérdida de hueso, lo que conduce a un riesgo mayor de osteoporosis. Hasta este momento, ninguno de estos medicamentos ha sido aprobado para reducir el riesgo de padecer cáncer de seno.

Otros medicamentos: los estudios también analizan otros medicamentos. Por ejemplo, algunos estudios han encontrado que las mujeres que toman aspirina o medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (NSAIDs), como ibuprofeno, parecen tener un riesgo menor de cáncer de seno. Éstos, al igual que otros medicamentos y suplementos dietéticos, se están estudiando para ver si pueden reducir el riesgo de cáncer de seno, aunque en la actualidad ninguno ha sido aprobado para reducir este riesgo.

Muchos de los medicamentos mencionados anteriormente se discuten más adelante en la sección, “¿Cómo se trata el cáncer de seno?" (tratamiento hormonal). Para más información sobre los posibles beneficios y riesgo de los medicamentos quimiopreventivos, consulte el documento “Medicamentos para reducir el riesgo de cáncer de seno” de la Sociedad Americana del Cáncer.

Cirugía preventiva para las mujeres con un riesgo muy alto de cáncer de seno
Para las pocas mujeres con un riesgo muy alto de padecer cáncer de seno, la cirugía profiláctica, como la mastectomía bilateral (doble) pudiera ser una opción.
Mastectomía preventiva bilateral (profiláctica): la extirpación de ambos senos antes del diagnóstico de cáncer puede reducir significativamente el riesgo de cáncer de seno (hasta en un 97%). Esto no previene completamente el cáncer de seno, pues incluso un cirujano muy cuidadoso dejará al menos algunas células mamarias. Estas células se pueden convertir en células cancerosas. Algunas de las razones para considerar este tipo de cirugía pueden incluir:

Presencia de genes BRCA mutados, detectados mediante pruebas genéticas.
Cáncer previo en un seno.
Antecedentes familiares significativos (cáncer de seno en varios parientes cercanos).
Muestras de biopsia que muestren carcinoma lobulillar in situ (LCIS).
No hay forma de saber con antelación si esta cirugía beneficiará a una mujer en particular. Algunas mujeres con mutaciones del BRCA padecerán cáncer de seno cuando son jóvenes, y una mastectomía profiláctica antes de que el cáncer aparezca podría añadir muchos años a sus vidas. Aunque la mayoría de las mujeres con mutaciones del BRCA padecen cáncer de seno, hay algunas que no. Estas mujeres no se beneficiarían de la cirugía, aunque éstas aún tendrían que lidiar con sus efectos secundarios.
Se recomienda enfáticamente obtener segundas opiniones antes de que cualquier mujer decida someterse a esta cirugía

¿Se puede detectar el cáncer de seno en sus primeras etapas?
Las pruebas y exámenes de detección tienen el propósito de encontrar una enfermedad, como el cáncer, en las personas que no tienen ningún síntoma. El objetivo de los exámenes para detectar el cáncer de seno, como los mamogramas, en sus primeras etapas consiste en encontrar el tumor canceroso antes de que empiece a causar síntomas. Los tumores cancerosos del seno que se encuentran porque pueden ser palpados tienden a ser mayores, y tienen más probabilidades de haberse extendido más allá del seno. En cambio, los que se encuentran durante los exámenes de detección suelen ser pequeños y estar aún confinados al seno. El tamaño y la extensión del cáncer de seno son factores importantes para establecer el pronóstico (expectativa de vida) de una mujer que padezca de esta enfermedad.
No hay duda de que las pruebas de detección temprana del cáncer de seno salvan miles de vidas cada año, y que muchas más pudieran salvarse si un número aún mayor de mujeres y sus doctores aprovecharan dichas pruebas.
Las mujeres de 40 años en adelante deben hacerse un mamograma de detección al año, y deben continuar haciéndose este examen mientras estén en buen estado de salud.
La evidencia que existe sobre los beneficios de los mamogramas es aún más contundente que en el pasado. En particular, la evidencia reciente confirma que los mamogramas ofrecen un beneficio sustancial a las mujeres entre 40 y 49 años de edad. Las mujeres pueden sentirse seguras de los beneficios asociados con los mamogramas habituales para encontrar el cáncer en su etapa inicial. Sin embargo, los mamogramas también tienen sus limitaciones: un mamograma pasará por alto algunos cánceres, y algunas veces reflejará hallazgos que no son cáncer, lo que conducirá a procedimientos de seguimiento, incluyendo las biopsias.
Las mujeres deben ser informadas sobre los beneficios, limitaciones y daños potenciales asociados con los exámenes de detección periódicos. Los mamogramas pueden pasar por alto algunos cánceres. A pesar de las limitaciones del mamograma, siguen siendo un recurso muy efectivo y valioso para disminuir el sufrimiento y las muertes causadas por el cáncer de seno.
Para las mujeres de edad avanzada, la decisión de someterse a mamogramas debe basarse en el estado de salud y otras enfermedades graves, tales como insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad renal de etapa terminal, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y demencia de moderada a grave. La edad por sí sola no debe ser la razón para suspender los mamogramas que se hacen periódicamente. Mientras la mujer se encuentre en buen estado de salud y pueda ser una candidata para recibir tratamiento, debe continuar haciéndose un mamograma.
Las mujeres de 20 a 39 años de edad deben someterse a un examen clínico de los senos, como parte de un examen de salud periódico, por parte de un profesional de la salud al menos cada tres años. A partir de los 40, las mujeres deben someterse a un examen del seno por parte de un profesional de la salud todos los años.

El examen clínico de los senos es un complemento de los mamogramas y una oportunidad para la mujer y su médico o enfermera de discutir varios asuntos, tales como cualquier cambio que se haya detectado en sus senos, información sobre las pruebas de detección temprana, y los factores de riesgo que tenga la mujer que pudieran hacer que ella tenga más probabilidad de padecer cáncer de seno.
Llevar a cabo el examen clínico de los senos poco antes del mamograma pudiera tener algunos beneficios. El examen debe incluir instrucciones sobre cómo familiarizarse más con sus senos. Además, se le debe proveer información sobre los beneficios y limitaciones del examen clínico de los senos y el autoexamen de los senos. El riesgo de cáncer de seno es muy bajo en una mujer de 20 a 29 años, pero el riesgo aumenta con la edad.
 A la mujer se le debe informar que cualquier síntoma nuevo relacionado con el seno debe ser notificado a su profesional de la salud con la mayor brevedad posible.
El autoexamen del seno es una opción para las mujeres después de cumplir 20 años de edad. Se debe orientar a las mujeres sobre los beneficios y las limitaciones del autoexamen de los senos. La mujer debe reportar a su médico o enfermera cualquier cambio en sus senos lo antes posible.

La investigación ha demostrado que, en comparación con el descubrimiento de una masa o bulto por casualidad, o simplemente estar consciente de lo que es normal en cada mujer, el autoexamen de los senos tiene una función menor en el descubrimiento del cáncer de seno. Algunas mujeres se sienten muy cómodas haciendo el autoexamen de los senos regularmente (por lo general, una vez al mes después del periodo menstrual), lo que requiere de un método sistemático paso a paso para examinar la apariencia y palpar sus senos. Otras mujeres se sienten mejor simplemente observando y palpando sus senos en un método menos sistemático, por ejemplo, al ducharse o vestirse o haciéndose ocasionalmente un examen completo. Algunas veces, la técnica de hacer el autoexamen correctamente preocupa tanto a las mujeres que les causa estrés. Hacerse el autoexamen de los senos habitualmente permite a las mujeres saber cómo se sienten y lucen normalmente sus senos, así como palpar cualquier cambio en ellos. Ya sea que usted opte por hacerse el autoexamen o decida no hacerlo, lo importante es notificar inmediatamente a su médico o enfermera cualquier cambio en sus senos.
En las mujeres que decidan hacerse el autoexamen de los senos, el profesional de la salud debe revisar, durante el examen físico, la técnica que ellas emplean para hacerse el autoexamen de los senos. Es aceptable que las mujeres opten por no hacerse el autoexamen de los senos o no hacerlo de forma periódica. Sin embargo, si se hace este examen regularmente, mediante la observación y la palpación, usted puede conocer el aspecto normal de sus senos y detectar con más facilidad cualquier signo o síntoma si se produce algún cambio, tal como el origen de una masa o protuberancia, hinchazón, irritación o formación de hoyuelos o hendiduras en la piel, dolor o retracción (contracción) de los pezones, enrojecimiento o escamosidad de los pezones o de la piel de los senos, o una secreción que no sea de leche materna. Si nota cualquier cambio, usted debe ver a su doctor lo antes posible para que le haga una evaluación. Recuerde que en la mayoría de las veces estos cambios que se producen en los senos no constituyen un cáncer.
Las mujeres que tienen un alto riesgo (riesgo durante la vida mayor de 20%) deben someterse a una imagen de resonancia magnética junto con un mamograma cada año. Las mujeres en riesgo moderadamente mayor (riesgo durante la vida del 15% al 20%) deben hablar con su doctor sobre los beneficios y limitantes de agregar una prueba de detección con MRI a su mamograma anual. La prueba de detección de MRI anual no se recomienda en mujeres cuyo riesgo de cáncer de seno durante la vida sea menor al 15%.

Las mujeres en alto riesgo incluyen aquéllas que:

Se sabe que presentan una mutación del gen BRCA1 o BRCA2.
Tienen un pariente de primer grado (madre, padre, hermana o hija) con una mutación del gen BRCA1 o BRCA2, pero no se han sometido ellas mismas a una prueba genética.
Tienen un riesgo de cáncer de seno durante su vida del 20% al 25% o mayor, de acuerdo a las herramientas de evaluación del riesgo que se basan principalmente en el antecedente familiar.
Han sido sometidas a radioterapia en el área del tórax (pecho) cuando tenían una edad de entre 10 y 30 años.
Tienen el síndrome de Li-Fraumeni, de Cowden o de Bannayan-Riley-Ruvalcaba, o tienen parientes de primer grado con uno de estos síndromes.



Las mujeres en riesgo moderado incluyen aquéllas que:
Tienen un riesgo de cáncer de seno durante su vida del 15% al 20%, de acuerdo a las herramientas de evaluación del riesgo que se basan principalmente en el antecedente familiar (vea información más adelante).
Tienen un antecedente personal de cáncer de seno, carcinoma ductal in situ (DCIS), carcinoma lobulillar in situ (LCIS), hiperplasia ductal atípica (ADH), o hiperplasia lobular atípica (ALH).
Tienen senos extremadamente densos o irregularmente densos al examinarse en los mamogramas.
Si se utiliza una imagen por resonancia magnética (MRI), debe hacerse en conjunto con, y no en sustitución de, un mamograma de detección. Esto se debe a que mientras un MRI es una prueba más sensible (que es más propensa a detectar el cáncer que un mamograma), aún podría no detectar algunos cánceres que el mamograma sí detectaría.
Para la mayoría de las mujeres en alto riesgo, la detección con mamogramas y MRIs debe comenzar a la edad de 30 años y continuar hasta que la mujer conserve un buen estado de salud. Pero debido a que la evidencia es limitada respecto a la mejor edad en la cual comenzar la detección, esta decisión debe basarse compartidamente entre el paciente y su proveedor de atención médica, tomando en consideración las circunstancias y preferencias personales.
Hay varias herramientas disponibles para la evaluación del riesgo, como modelo Gail, modelo Claus y modelo Tyrer-Cuzick, que ayudan a los profesionales médicos a calcular el riesgo de cáncer de seno en una mujer. Estas herramientas dan un valor aproximado en lugar de una cifra exacta, calculando el riesgo de cáncer de seno sobre diferentes combinaciones de factores de riesgo y de conjuntos de datos. Como resultado, puede que se obtengan cálculos de riesgo distintos en una misma mujer. Los resultados deben hablarse entre la mujer y su doctor cuando se utilicen para decidir si comenzar o no la detección con MRI.
Se recomienda que la mujer que se somete a la detección con MRI lo haga en un centro de atención que pueda realizar biopsias del seno guiadas con MRI al mismo tiempo, en caso de ser necesario. De no ser así, la mujer podría requerir un segundo examen con MRI en otro centro de atención al momento de realizar la biopsia.
No hay evidencia en ese momento sobre si un MRI puede ser una herramienta de detección eficaz para las mujeres en riesgo promedio. Mientras que el MRI es más sensible que el mamograma, también presenta una tasa mayor de positivos falsos (es más probable encontrar algo que resulta no ser cáncer), lo cual origina que se realicen más pruebas y biopsias de lo necesario en muchas de estas mujeres.

Mamogramas
Un mamograma es una radiografía del seno. Se usa un mamograma de diagnóstico para diagnosticar alguna enfermedad del seno en mujeres que presentan síntomas en sus senos o resultados anormales en un mamograma de detección. El mamograma de detección se usa para encontrar enfermedades de los senos en mujeres que no tienen síntomas, es decir, que aparentemente no tienen problemas en los senos. Por lo general, en los mamogramas de detección se tomen dos radiografías (radiografías tomadas de ángulos diferentes) de cada seno. En algunos pacientes, como las mujeres con implantes de senos, es necesario tomar más radiografías para incluir en ellas tanto tejido del seno como sea posible. Las mujeres que estén lactando a sus bebés pueden hacerse los mamograma, aunque éstos no sean probablemente tan precisos debido a que el tejido del seno tiende a estar denso.
Aunque se han realizado radiografías del seno durante más de 70 años, el mamograma moderno sólo existe desde 1969. Ese fue el primer año en que hubo disponibles unidades de rayos X especiales para la obtención de imágenes del seno. El equipo moderno para el mamograma está diseñado para tomar radiografías del seno, y utiliza niveles muy bajos de radiación, generalmente una dosis de aproximadamente 0.1 a 0.2 rads por imagen (un rad es una medida de la dosis de radiación).
Existen guías estrictas aseguran que el equipo de mamograma sea seguro y que utilice la dosis de radiación más baja posible. A muchas personas les preocupa la exposición a los rayos X, pero el nivel de radiación usado en el equipo moderno de los mamogramas no aumenta significativamente el riesgo de cáncer de seno.
Para poner la dosis en perspectiva, si una mujer con cáncer de seno es tratada con radiación, recibirá alrededor de 5,000 rads. Si se sometiera a mamografías cada año a partir de los 40 años y continuara haciéndolo hasta los 90 años, recibiría entre 20 y 40 rads.
Para el mamograma, el pecho se somete a presión entre dos placas para aplanar y dispersar el tejido. Aunque puede que esto resulte incómodo por un momento, es necesario para producir una buena lectura en el mamograma. Esta presión ejercida es por sólo unos cuantos segundos. El procedimiento completo de un mamograma para la detección toma alrededor de 20 minutos. Este procedimiento produce una imagen en blanco y negro del tejido del seno en una película grande o en una imagen digital de computadora que lee un radiólogo (doctor especialmente capacitado para interpretar las imágenes de rayos X, ecografía, MRI y estudios relacionados).
Algunos adelantos en la tecnología, tal como la mamografía digital, pueden ayudar a los médicos a leer los mamogramas con más precisión. Estos adelantos se describen en la sección "¿Cómo se diagnostica el cáncer de seno?".

¿Qué es lo que el médico observa en su mamograma?
El doctor que lee las radiografías busca varios tipos de cambios.
Las calcificaciones son minúsculos depósitos de minerales dentro del tejido del seno que parecen pequeñas manchas blancas en las radiografías. Puede o no que sean causadas por el cáncer. Las calcificaciones se dividen en dos tipos:

Las macrocalcificaciones son gruesos (grandes) depósitos de calcio que, la mayoría de las veces, representan cambios en los senos causados por el envejecimiento de las arterias del seno, viejas lesiones o inflamaciones. Estos depósitos están asociados con condiciones no cancerosas y no requieren una biopsia. Las macrocalcificaciones se encuentran en aproximadamente la mitad de las mujeres mayores de 50 años de edad, así como en una de diez mujeres menores de 50.
Las microcalcificaciones son minúsculas partículas de calcio localizadas en el seno. Pueden aparecer individualmente o en forma de racimos. Las microcalcificaciones que aparecen en un mamograma causan más preocupación, pero aun así no siempre indican la presencia de cáncer. La forma y la distribución de las microcalcificaciones ayudan al radiólogo a evaluar cuán probable es que el cáncer esté presente. Si las calcificaciones causan sospechas de cáncer, se realizará una biopsia.
Una masa, que puede ocurrir con o sin calcificaciones, es otro cambio importante que se observa en los mamogramas. Estas masas pueden deberse a muchas cosas, incluyendo quistes (sacos llenos de líquido que no son cancerosos) y tumores sólidos no cancerosos (como los fibroadenomas), aunque también podrían ser cáncer. Por lo general, las masas que no son quistes necesitan una biopsia.
En un examen físico, un quiste y un tumor se pueden sentir igual al parparse. Puede que también luzcan igual en un mamograma. Para confirmar que una masa en realidad es un quiste, a menudo se utiliza la ecografía del seno. Otra opción consiste en remover (aspirar) el líquido del quiste con una aguja hueca y delgada.
Si una masa no es un simple quiste (que al menos es parcialmente sólido), entonces es posible que usted necesite más estudios por imágenes. Algunas masas pueden se observadas con mamogramas periódicos, mientras que otras pudieran necesitar una biopsia. El tamaño, la forma y los márgenes (bordes) de la masa ayudan al radiólogo a determinar si hay cáncer.
Es muy importante que el radiólogo tenga disponible sus mamogramas anteriores. ya que éstos pueden ser útiles para mostrar si una masa o calcificación no ha cambiado en muchos años. Esto implicaría que es probable que la masa sea una condición benigna y que no se requiera de una biopsia.

Limitaciones de los mamogramas
Un mamograma no puede demostrar que un área anormal es cáncer. Para confirmar si hay presencia de cáncer, se debe extraer una cantidad pequeña de tejido y examinarse con un microscopio. Este procedimiento, llamado biopsia, se describe en la sección "¿Cómo se diagnostica el cáncer de seno?".
Debe estar consciente de que los mamogramas se hacen para encontrar cáncer de seno que no se puede palpar. Si tiene una masa en el seno, debe someterse a revisión por su médico y considerar someterse a una biopsia incluso si el mamograma reporta resultados normales.

Para algunas mujeres, como aquellas con implantes de senos, es posible que sea necesario obtener más imágenes. Los implantes de seno dificultan la visualización del tejido del seno en los mamogramas convencionales, pero se pueden utilizar otras tomas diferentes con desplazamiento de implantes y compresión, para examinar más completamente el tejido del seno.
Los mamogramas no son estudios perfectos que siempre encuentran cáncer de seno. En mujeres jóvenes, los mamogramas no son tan eficaces, generalmente porque sus senos son densos, lo que puede ocultar un tumor. Esto también puede ser cierto para mujeres embarazadas y las que están en lactancia. Debido a que la mayoría de los cánceres de seno ocurre en mujeres de edad avanzada, esto usualmente no representa una gran preocupación.
Sin embargo, esto puede ser un problema para las mujeres jóvenes que tienen un alto riesgo de cáncer de seno (debido a mutaciones genéticas, fuerte antecedente familiar de cáncer de seno u otros factores) ya que a menudo desarrollan este cáncer a una temprana edad.
Un tecnólogo estará presente a fin de colocar los senos para el mamograma. La mayoría de los técnicos son mujeres. Usted y el tecnólogo serán los únicos que estarán durante el mamograma.
Para obtener una imagen de mamograma de alta calidad es necesario comprimir ligeramente el seno. Un técnico coloca el seno en la placa inferior de la máquina del mamograma. Esta placa está hecha de metal y tiene una gaveta que contiene la película de la radiografía o la cámara para producir una imagen digital. Se baja la placa superior, que está hecha de plástico, para comprimir el seno por unos cuantos segundos mientras el técnico toma una imagen.
El procedimiento completo toma alrededor de 20 minutos. La compresión del seno propiamente dicha sólo dura unos segundos.
Usted experimentará ciertas molestias durante la compresión del seno, pero no debe sentir dolor. Trate de no programar un mamograma para cuando sea más probable que sus senos estén sensibles, como justo antes o durante el periodo menstrual.
Ahora se requiere que todos los centros de mamografía envíen los resultados en un lapso de 30 días. Por lo general, si hay algún problema con el mamograma, usted debe ser notificada en un lapso de cinco días hábiles.
Sólo de dos a cuatro de cada 1,000 mamogramas conduce a un diagnóstico de cáncer. Aproximadamente un 10% de las mujeres que se someten a un mamograma necesitarán más pruebas, y sólo la mayoría necesitará un mamograma adicional. No se alarme si esto le sucede. Sólo de un 8% a un 10% de estas mujeres necesitarán una biopsia, y la mayoría (80%) de estas biopsias no darán como resultado un diagnóstico de cáncer.
Si es mujer y tiene 40 años o más, debe someterse a un mamograma cada año. Puede programar el siguiente mientras se encuentre en el centro o puede solicitar que se le envíe un recordatorio.

Consejos para realizar los mamogramas

Las siguientes son sugerencias para asegurarse que reciba un mamograma de calidad:

Si no está a la vista cerca del escritorio de la recepcionista, pida le muestren el certificado de SSA otorgado a todas las instalaciones que ofrecen mamografía. Acuda a un centro de atención especializado en mamogramas o que efectúe muchos cada día.
Si está satisfecha con la buena calidad del centro de atención, continúe yendo anualmente para que así se puedan comparar sus mamogramas cada año.
Si acude a un centro de atención por primera vez, traiga una lista de los lugares, las fechas de los mamogramas, las biopsias u otros tratamientos del seno que haya tenido en el pasado.
Si se ha hecho mamogramas en otro centro de atención, haga lo posible por obtener sus mamogramas anteriores para que los lleve al nuevo centro de atención (o pida que sean enviados a éste) y así los puedan comparar con las más recientes.
El día del examen no use desodorante o antitranspirantes. Algunos de éstos contienen sustancias que pueden interferir con la lectura de su mamograma, ya que pueden aparecer como puntos blancos en la radiografía.
Es posible que usted encuentre conveniente vestir una falda o pantalón para que solamente tenga que quitarse la blusa para el estudio.
Programe su mamograma cuando sus senos no estén sensibles o inflamados para ayudar a reducir la molestia y para asegurar una buena imagen. Trate de evitar hacerse el mamograma la semana antes del período menstrual (la regla).
Siempre descríbale al tecnólogo que está haciendo el mamograma cualquier síntoma o problema del seno que esté experimentando. Esté preparada para describir cualquier historial médico que podría afectar su riesgo de cáncer de seno, tal como cirugías previas, uso de hormona, o antecedentes familiares o personales de cáncer de seno. Consulte con su médico o enfermera cualquier problema o hallazgo nuevo en su seno antes de hacerse el mamograma.
Si su médico no se comunica con usted dentro de 10 días, no asuma que el resultado del mamograma fue normal. Llame a su médico o a la instalación.

¿Cuántas mujeres tienen cáncer de seno en Mexico?
A nivel internacional una de cada ocho mujeres tiene o va a desarrollar el cáncer de mama en el lapso de su vida.
 En México los registros epidemiológicos muestran que el número de casos nuevos reportados de cáncer mamario va en aumento, así como la tasa de mortalidad por esta causa, actualmente ocupa el primer lugar como causa de muerte por neoplasia maligna en las mujeres mayores de 25 años y es un grave problema de salud pública en nuestro país.
En 2012, el cáncer de mama fue la principal causa de morbilidad hospitalaria por tumores malignos entre la población de 20 años y más (19.4%) y en las mujeres tres de cada 10 son hospitalizadas por esta causa, en tanto que en los varones representa apenas 1.2 por ciento.
 Para el 2012 se presenta la incidencia más alta del periodo con 26.64 casos nuevos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más. Lo que significa que desde 2012 por cada caso nuevo detectado en hombres, se detectan 26 en mujeres.
Durante los últimos siete años en México, la incidencia de cáncer de mama (número de casos nuevos por cada 100 mil personas de cada sexo) para la población masculina de 20 años y más se ha mantenido relativamente estable y a la baja desde 2011, al pasar de 0.70 a 0.37 casos nuevos en 2013. En las mujeres, la tendencia no es tan clara, con años de ligeros descensos y posteriores repuntes, pero se destaca que en 2012 se presenta la incidencia más alta del periodo con 26.64 casos nuevos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más. Lo que significa que desde 2012 por cada caso nuevo detectado en hombres, se detectan 26 en mujeres.
 En 2013 la incidencia más alta de neoplasias mamarias se presentó en las mujeres de 60 a 64 años (67 casos nuevos por cada 100 mil mujeres del mismo grupo de edad), seguidas por las del grupo de 50 a 59 años (53 casos nuevos) y de las de 45 a 49 años (46 casos nuevos). Estos datos concuerdan con lo reportado a nivel internacional, donde se señala que son las mujeres mayores de 40 años en quienes principalmente incide la enfermedad, aunque se ha encontrado que en países de bajos y medianos ingresos se está dando un incremento de casos en mujeres en edad reproductiva (de 15 a 49 años)
Por entidad federativa, durante 2013 los estados con el mayor número de casos nuevos de tumores malignos de mama fueron Campeche (119.00 casos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más), Aguascalientes (53.91 de cada 100 mil) y Jalisco (50.26 de cada 100 mil); mientras que en Hidalgo, Guerrero y México, la detección de casos nuevos de neoplasias mamarias es la más baja del país (9.90, 8.19 y 8.04 por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad, respectivamente). Se observa que de las 32 entidades federativas de nuestro país, la mitad de ellas presentaron una incidencia superior a la media nacional y la otra parte está por debajo.
 Las tasas más altas de morbilidad hospitalaria de mujeres por cáncer de mama, las presentan las de 60 a 64 años (212.51 casos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad), seguidas por las mujeres de 65 a 74 años de edad (183.03) y las de 50 a 59 años con 172.81 egresos hospitalarios. Como se puede observar, de los 20 a los 64 años de edad, la tasa muestra una tendencia al alza y desciende a partir de los 65 años. Destaca la importancia de la autoexploración, al observar que cinco de cada 100 mil mujeres de 20 a 29 años y 36 del grupo de 30 a 39 años, egresen por esta enfermedad, a pesar de que las mastografías de tamizaje se realizan a partir de los 40 años en el sector público de salud.
 Otra medida que permite observar el impacto del cáncer de mama entre las mujeres, es la tasa de letalidad hospitalaria, con la cual se obtiene el número de personas fallecidas por esta enfermedad respecto del total de egresos hospitalarios. Para 2012, se observó que a partir de los 40 años esta tasa aumentó conforme se incrementó la edad de la mujer, y alcanza su punto máximo en aquellas de 80 años y más, al fallecer 10 de cada 100 mujeres con cáncer. Esto se puede explicar considerando que a mayor edad es más probable que junto con el cáncer estén presentes otras enfermedades crónico-degenerativas que dificulten la respuesta del cuerpo ante las opciones terapéuticas (cirugía, quimioterapia o radioterapia) y ante la agresividad del propio tumor.
En México, para la población de 20 años y más, es la cuarta causa de mortalidad por tumores malignos (7.9%) y la segunda entre las mujeres de ese grupo de edad (15.4 por ciento); en tanto que en los hombres, apenas representa 0.1% de las defunciones por cáncer.
 Por otra parte, la tasa de mortalidad observada por cáncer de mama, durante los últimos 6 años en México, no ha mostrado grandes variaciones; de forma general de 2007 a 2011, 14 de cada 100 mil mujeres de 20 años y más han fallecido por esta enfermedad, mientras que para 2012, hay un ligero incremento (15 de cada 100 mil mujeres). En cuanto a los varones del mismo grupo de edad, la tasa más alta es la registrada en 2012 (0.14).
 Por grupos de edad, los fallecimientos de mujeres de 20 años y más muestran un incremento conforme aumenta la edad. Entre las mujeres de 40 a 49 años, la tasa de mortalidad observada por cáncer de mama es de 14.36 y de 29.50 para las mujeres de 50 a 59 años; en las de 75 a 79 años es de 47.27, alcanzando la tasa de mortalidad más alta en el grupo de 80 años y más con 64 fallecimientos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad.

Por entidad federativa, Coahuila tiene la tasa más alta de mortalidad por cáncer de mama entre mujeres mayores de 20 años, con 28.58 por cada 100 mil, superando ligeramente al Distrito Federal, con 20.12 y a Sonora con 19.75 fallecimientos por cada 100 mil mujeres. Por otro lado, Quintana Roo, Campeche y Oaxaca, son los estados con las tasas más bajas (8.00, 7.60 y 7.13 por cada 100 mil mujeres de 20 años y más, respectivamente). De manera general, se observa que en el norte del país, así como en Jalisco, Colima, Aguascalientes, Morelos y el Distrito Federal, presentan tasas superiores a 15.92, mientras en el sur, no rebasan el 10.69.

Finalmente…
El cáncer de mama, es uno de los cánceres que junto con el cervicouterino, el bucal y el colorrectal tienen tasas de curación elevadas cuando se detectan de forma temprana y se tratan adecuadamente, por tal motivo, un diagnóstico de cáncer de mama no debe significar una sentencia de muerte. A nivel internacional, la OMS fomenta programas que permitan la detección temprana, ya sea mediante la sensibilización (uso de la autoexploración mamaria) y de preferencia por medio de las mastografías de tamizaje. Esta última opción lamentablemente no es viable en todos los países, por los costos que supone para los sistemas de salud.
Al respecto, es necesario destacar la importancia de una atención integral al paciente con cáncer de mama, que requiere la colaboración de diversos prestadores de salud, como son oncólogos, enfermeras, psicólogos, así como la comprensión y apoyo de la sociedad, no estigmatizando ni discriminando a quienes la padecen y fortaleciendo la red de apoyo de estos pacientes, pues es una enfermedad que desde que se diagnostica puede generar angustia, depresión y estrés crónico lo que incluso puede interferir en la aceptación del tratamiento a seguir o en su abandono.
cabe destacar que existen factores de riesgo como la obesidad, el alcoholismo y el tabaquismo que pueden ser modificables por medio del ejercicio, la ingesta de una dieta adecuada, y el control del consumo de las sustancia mencionadas, así como la promoción de la lactancia materna que a largo plazo pueden disminuir la incidencia de cáncer de mama.
 En 2012, quince de cada cien fallecimientos por tumores malignos en mujeres de 20 años o más fueron por cáncer de mama
 En la actualidad, Tres de cada diez mujeres  son hospitalizadas por esta causa.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI
Secretaría de Salud SSA.
Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud SPPS
Knaul, Bhadelia, Gralow, Arreola-Ornelas, Langer y Frenk, 2012
 Organización Mundial de la Salud OMS
Organización Panamericana de la Salud OPS
American Psychological Association
Diario Oficial de la Federación.
Gobierno de la República, 2013
La Sociedad Americana del Cáncer
Women’s Health Initiative





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Es fácil enamorarse de la belleza.

Los caballeros y todos la preferimos. En lo particular confieso que no soy capaz de contener un amor repentino por un par de ojos separados con la distancia justa y una nariz que sabe al mismo tiempo elevarse y descender en perfecto equilibrio sobre la boca. Aunque el propietario de esos ojos haya tenido dificultades en aprender a multiplicar y no sepa distinguir Suecia de Suiza. No me importa, no nos importa, porque la belleza tiene la capacidad de auto contenerse.

Su tiranía nos somete a diario. Aunque su canon varíe, su adoración es una esclavitud de la que nadie quiere huir. Desde lo más remotos tiempos. Las Venus paleolíticas son las únicas imágenes que nos quedan de los tiempos del hombre de Neandertal, su belleza predominó sobre la fuerza del guerrero más feroz. Nada de esto ha cambiado: Carla Bruni, llegó a ser en su momento políticamente más incorrecta que Sarkosy. Poco importaba si Bruni tenía opiniones de izquierda o derecha, si estaba a favor o en contra del uso del velo o de la inmigración ilegal. Le bastaba con permanecer erguida al lado de su conyugue, le bastaba con existir, hierática, en el pleno uso de su belleza y cualquier cosa que Sarkosy se permitiera decir carecía de importancia.

La belleza tiene sus propias palabras, es elocuente. No es un símbolo, algo que está en el lugar de algo más. Nos habla desde su perfección, es, al mismo tiempo, el objeto representado, la idea mental y su expresión. Por ello jamás está vacía, nunca es banal. Cuando la observamos nos ponemos en contacto con un lenguaje que no está hecho de silabas o de palabras. Ella ejecuta su melodía, cifra su mensaje en el antiguo código que los griegos identificaban con la música de las esferas, con la virtud y con la justicia. La belleza es inteligencia, su forma es contenido.

La mujer perfecta