BOTOX® TOXINA BOTULÍNICA

La toxina botulínica tipo A, mejor conocida como Botox®, se utiliza para el tratamiento estético de las arrugas faciales debidas a la expresión y mímica de la musculatura facial. Esta toxina actúa relajando la musculatura facial deseada.

El paso de los años suele manifestarse primero en los párpados y en la región circundante (región periocular), antes que en la cara. Con frecuencia, a partir de los 35 años, el problema no queda limitado a los párpados, sino que participa también la región que los rodea en la producción de un aspecto cansado, enfadado o envejecido. El músculo orbicular, que cierra los párpados, y los músculos que arrugan el entrecejo y la frente van dejando señal de su continua actividad en forma de arrugas de expresión en la frente, el entrecejo y las patas de gallo

Hace desaparecer las "patas de gallo", las arrugas del entrecejo y la frente, eleva ligeramente las cejas dejando un aspecto más relajado y joven del rostro. También se utiliza para tratar líneas finas alrededor de los labios, mejora la posición de la comisura bucal cuando ha descendido, puede elevar la posición de una punta nasal caída, mejora la apariencia de sonrisas muy abiertas que dejan expuesta la encía, disminuye el exceso de tensión en mentones muy marcados.
La hiperhidrosis, esto es, la sudoración excesiva del cuerpo, principalmente localizada en axilas y manos es efectivamente solucionada con la aplicación de toxina botulínica.
Detalles de la aplicación: el método más sencillo y directo para evaluar a un paciente preocupado por sus arrugas faciales es suministrarle un espejo de mano y pedirle que identifique las líneas que considera desagradables desde el punto de vista cosmético.
Las áreas a tratar son cubiertas por una crema anestésica, posteriormente se aplica Botox® con pequeñas inyecciones. El efecto de la aplicación se observará en promedio a los seis días. La duración de los resultados puede variar, pero generalmente se observará durante seis meses.
Los resultados son naturales, los pacientes tienen gran satisfacción a largo plazo. Se ha visto en estudios que más del 95% de los pacientes se someterían nuevamente a la aplicación y la recomendarían a otras personas.
Los pacientes se sienten mejor con su imagen.
La toxina botulínica se usa para paralizar temporalmente los músculos que producen estas arrugas, dejando así una piel más lisa
El objetivo del tratamiento es trabajar sobre el rostro de manera integral, actuando simultáneamente en las múltiples señales de envejecimiento con el fin de atenuar las arrugas estáticas y dinámicas, redefinir contornos y reponer el volumen facial para ofrecer al paciente una apariencia más natural, rejuvenecida, duradera y altamente satisfactoria.
Este tratamiento está totalmente en línea con las nuevas tendencias de rejuvenecimiento facial, ya que actúa con un enfoque global y tridimensional que considera las 3R's del rejuvenecimiento facial: Relajación muscular, Redefinición de contornos y tratamiento de arrugas estáticas y Reposición del volumen de áreas alteradas por el proceso de envejecimiento facial.

La viabilidad y resultados satisfactorios obtenidos con estos procedimientos, ya que pueden realizarse en consultorio médico con un periodo de recuperación mínimo, han colocado a los tratamientos con toxina botulínica y ácido hialurónico como los preferidos por los usuarios.

No es posible ofrecer una garantía sobre el resultado de ningún procedimiento médico o quirúrgico, excepto en que pondremos todo nuestro esfuerzo y conocimientos en conseguir el mejor resultado. Ningún procedimiento tiene éxito en el 100% de los casos. Las reacciones de cada paciente a los tratamientos, a la cirugía y su forma de curar y cicatrizar son diferentes. La capacidad del cirujano se puede juzgar por su titulación, sus años de experiencia, su afiliación a Sociedades Profesionales reconocidas, la incidencia de complicaciones y la satisfacción de sus pacientes.                  
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El Botox es el mejor tratamiento para prevenir las arrugas. También aporta luz y tensión al rostro






                                            

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Es fácil enamorarse de la belleza.

Los caballeros y todos la preferimos. En lo particular confieso que no soy capaz de contener un amor repentino por un par de ojos separados con la distancia justa y una nariz que sabe al mismo tiempo elevarse y descender en perfecto equilibrio sobre la boca. Aunque el propietario de esos ojos haya tenido dificultades en aprender a multiplicar y no sepa distinguir Suecia de Suiza. No me importa, no nos importa, porque la belleza tiene la capacidad de auto contenerse.

Su tiranía nos somete a diario. Aunque su canon varíe, su adoración es una esclavitud de la que nadie quiere huir. Desde lo más remotos tiempos. Las Venus paleolíticas son las únicas imágenes que nos quedan de los tiempos del hombre de Neandertal, su belleza predominó sobre la fuerza del guerrero más feroz. Nada de esto ha cambiado: Carla Bruni, llegó a ser en su momento políticamente más incorrecta que Sarkosy. Poco importaba si Bruni tenía opiniones de izquierda o derecha, si estaba a favor o en contra del uso del velo o de la inmigración ilegal. Le bastaba con permanecer erguida al lado de su conyugue, le bastaba con existir, hierática, en el pleno uso de su belleza y cualquier cosa que Sarkosy se permitiera decir carecía de importancia.

La belleza tiene sus propias palabras, es elocuente. No es un símbolo, algo que está en el lugar de algo más. Nos habla desde su perfección, es, al mismo tiempo, el objeto representado, la idea mental y su expresión. Por ello jamás está vacía, nunca es banal. Cuando la observamos nos ponemos en contacto con un lenguaje que no está hecho de silabas o de palabras. Ella ejecuta su melodía, cifra su mensaje en el antiguo código que los griegos identificaban con la música de las esferas, con la virtud y con la justicia. La belleza es inteligencia, su forma es contenido.

La mujer perfecta