¿Qué es el cáncer de seno?
El cáncer de seno (mama) es un tumor maligno que se origina
en las células del seno. Esta enfermedad ocurre principalmente en las mujeres,
pero los hombres también pueden padecer cáncer de seno. Esta información solo
trata del cáncer de seno en mujeres.
El seno normal
Para entender el cáncer de seno, resulta útil familiarizarse
un poco con las partes de un seno normal, lo cual se muestra en la ilustración
a continuación.
El seno de una mujer está formado por glándulas que pueden
producir leche (lobulillos), pequeños conductos que llevan la leche de los
lobulillos al pezón, tejido adiposo y conectivo, vasos sanguíneos y vasos
linfáticos.
La mayoría de los cánceres de seno comienza en las células que
revisten a los conductos. Menos cánceres de seno se originan en las células que
revisten los lobulillos. Los cánceres también pueden comenzar en las células de
otros tejidos en el seno. A estos se les llama sarcomas y linfomas,
y en realidad no se consideran cánceres de seno.
La mayoría de los cánceres de seno comienzan en las células
que recubren los conductos (cánceres ductales). Algunos cánceres de seno se
originan en las células que recubren los lobulillos (cánceres lobulares),
mientras que un pequeño número se origina en otros tejidos.
El sistema linfático
Es importante entender el sistema linfático, ya que éste es
una de las maneras por las que el cáncer de seno se puede propagar. Este
sistema tiene varias partes.
Los ganglios linfáticos son pequeños agrupaciones en forma
de fríjol de células del sistema inmunitario (importantes en la lucha contra
las infecciones) que se interconectan mediante los vasos linfáticos. Los vasos
linfáticos son similares a venas pequeñas, excepto que transportan un líquido
claro llamado linfa (en lugar de sangre) fuera del seno. La linfa contiene
líquido intersticial y productos de desecho, así como células del sistema
inmunitario. Las células del cáncer de seno pueden ingresar en los vasos
linfáticos y comenzar a crecer en los ganglios linfáticos.
La mayoría de los vasos linfáticos del seno conducen a los
ganglios linfáticos en las axilas (ganglios axilares). Algunos vasos linfáticos
conducen a los ganglios linfáticos dentro del tórax (ganglios mamarios
internos) y a aquellos en la parte superior o inferior de la clavícula
(ganglios supraclaviculares o infraclaviculares).
Es importante saber si las células cancerosas se han
propagado a los ganglios linfáticos, ya que de ser así, existe una probabilidad
mayor de que las células hayan podido alcanzar el torrente sanguíneo y se hayan
propagado (metástasis) a otros lugares del cuerpo. Mientras más ganglios
linfáticos haya afectados por el cáncer de seno, mayor es la probabilidad de
que el cáncer también sea encontrado en otros órganos. Es importante saber
esto, ya que podría afectar su plan de tratamiento. Aun así, no todas las
mujeres con células cancerosas en sus ganglios linfáticos presentan metástasis,
y es posible que algunas mujeres no tengan células cancerosas en sus ganglios
linfáticos y luego presentar metástasis.
Protuberancias
benignas en los senos
La mayoría de las protuberancias o masas que se encuentran
en el seno no son cancerosas; esto es, son benignas. A pesar de esto, en algunos
casos puede ser necesario tomar muestras y observarlas con un microscopio para
confirmar que no se trata de cáncer.
Cambios
fibroquísticos
La mayoría resulta ser cambios fibroquísticos. El término
"fibroquístico" se refiere a fibrosis y quiste. La fibrosis se
refiere a la formación de tejido parecido a una cicatriz (fibroso), y los
quistes son sacos llenos de líquido. Los cambios fibroquísticos pueden causar
inflamación y dolor de los senos. A menudo esto sucede justo antes de que un
periodo menstrual de una mujer vaya a comenzar. Es posible que sus senos se
sientan con protuberancias, y algunas veces puede salir un líquido transparente
o ligeramente turbio de los pezones.
Otras protuberancias
benignas en los senos
Los tumores benignos del seno como los fibroadenomas o los
papilomas intraductales son crecimientos anormales, pero no son cancerosos y no
se propagan del seno hacia otros órganos. No son una condición que represente
una amenaza para la vida. Algunas condiciones benignas del seno siguen siendo
importantes porque las mujeres con estas condiciones tienen un riesgo mayor de
padecer cáncer de seno. Si desea más información al respecto, consulte la
sección ¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de seno?
Términos generales
sobre el cáncer de seno
Es importante que entienda algunas de las palabras clave que
se usan para describir el cáncer de seno.
Carcinoma
Este término se usa para describir un cáncer que ha
comenzado en la capa de revestimiento (células epiteliales) de órganos como el
seno. Casi todos los cánceres de seno son carcinomas (carcinomas ductales o
carcinomas lobulillares).
Adenocarcinoma
Un adenocarcinoma es un tipo de carcinoma que comienza en el
tejido glandular (tejido que produce y segrega una sustancia). Los conductos y
los lobulillos del seno son tejidos glandulares (producen leche), por lo que a
los cánceres que comienzan en estas áreas a menudo se les llama
adenocarcinomas.
Carcinoma in situ
Este término se utiliza para la etapa temprana del cáncer,
cuando está confinado a la capa de las células donde se originó. Cuando se
refiere al cáncer de seno, in situ significa que las células cancerosas
permanecen confinadas a los conductos (carcinoma ductal in situ) o a los
lobulillos (carcinoma lobulillar in situ). Estas células no han crecido hacia
los tejidos más profundos del seno, ni se han propagado a otros órganos del
cuerpo. Algunas veces se les llama cánceres de seno no invasivos o
preinvasivos.
Carcinoma invasivo
(infiltrante)
Un cáncer invasivo ya ha crecido más allá de la capa de
células donde se originó (contrario al carcinoma in situ). La mayoría de los
cánceres de seno son carcinomas invasivos (carcinoma ductal invasivo o
carcinoma lobulillar invasivo).
Sarcoma
Los sarcomas son cánceres que comienzan en los tejidos
conectivos, tal como el tejido muscular, el tejido adiposo o los vasos
sanguíneos. Los sarcomas del seno ocurren muy pocas veces.
Tipos del cáncer de
seno
Existen varios tipos de cáncer de seno, aunque algunos de
ellos se presentan en pocas ocasiones. En algunos casos, un solo tumor del seno
puede tener una combinación de estos tipos o tener una mezcla de in situ y cáncer
invasivo.
Carcinoma ductal in
situ
El carcinoma ductal in situ (ductal carcinoma in situ, DCIS;
también conocido como carcinoma intraductal) es el tipo más común de cáncer de
seno no invasivo. DCIS significa que las células cancerosas están dentro de los
conductos pero no se han propagado a través de las paredes de los conductos
hacia el tejido que rodea el seno.
Alrededor de uno de cinco casos nuevos de cáncer de seno
serán DCIS. Casi todas las mujeres que son diagnosticadas en esta etapa
temprana del cáncer de seno se pueden curar. Un mamograma a menudo es la mejor
manera de detectar temprano el DCIS.
Cuando se diagnostica el DCIS, el patólogo (un médico
especializado en el diagnóstico de enfermedades mediante el examen de muestras
de tejido) buscará si hay áreas de células cancerosas muertas o en proceso de
morir, lo que se conoce como necrosis tumoral, dentro de la muestra de tejido.
Si hay necrosis, es probable que el tumor sea más agresivo. Frecuentemente se
usa el término comedocarcinoma para describir el DCIS con necrosis.
Carcinoma lobulillar
in situ
Aunque no es un cáncer verdadero, el carcinoma lobulillar in
situ (lobular carcinoma in situ, LCIS; también conocido como neoplasia
lobulillar) algunas veces se clasifica como un tipo no invasivo de cáncer de
seno, y por eso lo incluimos aquí. Comienza en las glándulas productoras de
leche, pero no crece a través de la pared de los lobulillos.
La mayoría de los especialistas en cáncer de seno piensa que
el LCIS, por sí mismo, no se convierte en un cáncer invasivo con mucha
frecuencia, pero las mujeres que padecen esta condición tienen un mayor riesgo
de padecer un cáncer invasivo del seno, en el mismo seno o en el opuesto. Por
esta razón, las mujeres con LCIS deben hacerse mamogramas y visitar a sus
médicos regularmente.
Carcinoma ductal
invasivo (o infiltrante)
Éste es el tipo más común de cáncer de seno. El carcinoma
ductal invasivo (o infiltrante) (invasive ductal carcinoma, IDC), comienza en
un canal o conducto lácteo del seno, penetra a través de la pared del conducto
y crece en el tejido adiposo del seno. En este punto puede tener la capacidad de
propagarse (hacer metástasis) hacia otras partes del cuerpo a través del
sistema linfático y el torrente sanguíneo. Aproximadamente ocho de 10 de los
cánceres invasivos del seno son carcinomas ductales infiltrantes.
Carcinoma lobulillar
invasivo (o infiltrante)
El carcinoma lobulillar invasivo (invasive lobular
carcinoma, ILC) comienza en las glándulas productoras de leche (lobulillos). Al
igual que el IDC, se puede propagar (hacer metástasis) a otras partes del
cuerpo. Aproximadamente uno de cada 10 de los cánceres invasivos del seno es un
ILC. El carcinoma lobulillar invasivo puede ser más difícil de detectar por
mamograma que el carcinoma ductal invasivo.
Tipos de cáncer de
seno menos comunes
Cáncer inflamatorio del seno: este tipo de cáncer invasivo
del seno no es común. Representa aproximadamente del 1 al 3% de todos los
cánceres de seno. Por lo general, no se presenta una sola protuberancia o
tumor, sino que el cáncer inflamatorio del seno (inflammatory breast cancer,
IBC) hace que la piel del seno luzca rojiza y se sienta acalorada. También
causa un aspecto grueso en la piel del seno con hoyuelos similar a la cáscara
de una naranja. Los médicos saben ahora que estos cambios no son causados por
una inflamación o infección, sino por el bloqueo que producen las células
cancerosas en los vasos linfáticos de la piel. El seno afectado puede volverse
más grande, firme, sensible, o puede presentar picazón. En sus etapas
iniciales, el cáncer inflamatorio del seno a menudo se confunde con una
infección en el seno (mastitis). A menudo, este cáncer primero se trata como
una infección con antibióticos. Si los síntomas son causados por cáncer, éstos
no mejorarán, y es posible que se haga una biopsia en la piel para saber si hay
células cancerosas. Debido a que en realidad no hay una masa, es posible que no
aparezca en un mamograma, lo que hace que sea aún más difícil encontrarla
temprano. Este tipo de cáncer de seno suele tener una mayor probabilidad de
propagación y un peor pronóstico que el típico cáncer ductal invasivo o
lobulillar invasivo.
Cáncer de seno triple
negativo: este término se usa para describir los cánceres de seno
(usualmente carcinomas ductales invasivos), cuyas células carecen de receptores
de estrógeno y receptores de progesterona, y no tienen un exceso de proteína
HER2 en sus superficies. Para más detalles sobre estos receptores, remítase a
la sección “¿Cómo se diagnostica el cáncer de seno?". Los cánceres de seno
con estas características tienden a presentarse con más frecuencia en mujeres
más jóvenes y en mujeres de la raza negra. El cáncer de seno triple negativo
tiende a crecer y propagarse más rápidamente que la mayoría de los otros tipos
de cáncer de seno. Debido a que las células tumorales carecen de estos
receptores particulares, la terapia hormonal ni los medicamentos dirigidos a la
HER2 son eficaces contra estos cánceres (aunque la quimioterapia puede que siga
siendo útil si es necesario).
Tumores mixtos:
los tumores mixtos contienen una variedad de tipos de células, tal como células
del cáncer ductal invasivo combinadas con células del cáncer de seno lobulillar
invasivo. En este caso, el tumor se trata como si fuera un cáncer ductal
invasivo.
Carcinoma medular:
este tipo especial de cáncer infiltrante del seno presenta un límite bastante
bien definido, entre el tejido del tumor y el tejido normal. También presenta
otras características especiales, entre ellas el gran tamaño de las células
cancerosas y la presencia de células del sistema inmunitario en los bordes del
tumor. El carcinoma medular representa aproximadamente de 3% a 5% de los
cánceres de seno. Por lo general, la expectativa (pronóstico) para este tipo de
cáncer de seno es mejor que para los tipos más comunes de cáncer invasivo del
seno. La mayoría de los especialistas cree que el cáncer medular verdadero
ocurre muy pocas veces, y que los cánceres que son llamados cáncer medular deben
ser tratados como el cáncer de seno ductal invasivo usual.
Carcinoma
metaplásico: este carcinoma (también conocido como carcinoma con
metaplasia) es un tipo del cáncer ductal invasivo que ocurre muy pocas veces.
Estos tumores incluyen células que normalmente no se encuentran en el seno, tal
como células que se parecen a las células de la piel (células escamosas) o
células que forman huesos. El tratamiento para estos tumores es como el que se
emplea para el cáncer ductal invasivo.
Carcinoma mucinoso:
éste es un tipo poco común de cáncer invasivo del seno, también conocido como
carcinoma coloide, formado por células cancerosas que producen mucosidad. El
pronóstico para el carcinoma mucinoso es usualmente mejor que para los tipos
más comunes de cáncer invasivo del seno. No obstante, se trata como carcinoma
ductal invasivo.
Enfermedad de Paget
del pezón: este tipo de cáncer de seno comienza en los conductos del seno y
se propaga hacia la piel del pezón y después hacia la areola, el círculo oscuro
que rodea al pezón. Es un tipo poco común y representa sólo alrededor de 1% de
todos los casos del cáncer de seno. La piel del pezón y de la areola con
frecuencia aparece con costras, escamas y enrojecida, con áreas de sangrado o
supuración. Es posible que se experimente ardor o picazón (comezón).
La enfermedad de
Paget es casi siempre asociada con el carcinoma ductal in situ o, con más
frecuencia, con el carcinoma ductal infiltrante. El tratamiento a menudo
requiere mastectomía. Si cuando se extirpa el seno sólo se encuentra DCIS (sin
cáncer invasivo), el pronóstico es excelente.
Carcinoma tubular:
los carcinomas tubulares son otro tipo especial de carcinoma ductal invasivo
del seno. Se les llama tubulares debido a la manera en que las células están
agrupadas cuando se observan por medio del microscopio. El carcinoma tubular es
responsable de aproximadamente 2% de todos los casos de cáncer de seno. Se
trata como carcinoma ductal invasivo, aunque suele tener un mejor pronóstico en
comparación con la mayoría de los cánceres de seno.
Carcinoma papilar:
las células de estos cánceres tienden a estar agrupadas en proyecciones
pequeñas que asemejan dedos cuando se observan por medio del microscopio. Estos
tumores se pueden separar en tipos no invasivos e invasivos. El carcinoma
papilar intraductal o el carcinoma papilar in situ no es invasivo. Con más
frecuencia, se considera un subtipo de carcinoma ductal in situ (DCIS), y son
tratados como tal. En pocos casos, el tumor es invasivo, en cuyo caso es tratado
como carcinoma ductal invasivo, aunque el pronóstico probablemente sea mejor.
Estos cánceres tienden a ser diagnosticados en mujeres de edad más avanzada, y
representan no más de 1% o 2% de todos los cánceres de seno.
Carcinoma quístico
adenoide (carcinoma adenoquístico): estos cánceres tienen características
glandulares (adenoides) y características con apariencia cilíndrica cuando son
observados en el microscopio. Representan menos del 1% de los cánceres de seno.
En pocas ocasiones se propagan a los ganglios linfáticos o a áreas distantes.
Además, usualmente tienen un pronóstico muy favorable.
Tumor filoides:
este tipo muy raro de tumor del seno se forma en el estroma (tejido conectivo)
del seno, a diferencia de los carcinomas, que se forman en los conductos o en
los lobulillos. Otros nombres para estos tumores incluyen tumor filoides y
cistosarcoma filoides. Por lo general, estos tumores son benignos, pero en
pocos casos pueden ser malignos.
Los tumores filoides
benignos se tratan extirpando el tumor y un borde de tejido normal del
seno. Un tumor filoides maligno se
trata extirpándolo junto con un borde más amplio de tejido normal, o mediante
una mastectomía. Aunque cirugía a menudo es todo el tratamiento necesario,
puede que estos cánceres no respondan tan bien a los otros tratamientos usados
para los cánceres de seno más comunes. Cuando un tumor filoide maligno se
propaga, se puede tratar con la quimioterapia que se usa para los sarcomas de
tejidos blandos (esto se discute en detalle en nuestro documento “Sarcomas de
tejidos blandos”).
Angiosarcoma:
ésta es una forma de cáncer que se origina de las células que cubren los vasos
sanguíneos o los vasos linfáticos. En raras ocasiones, este cáncer se origina
en los senos. Cuando ocurre, por lo general se desarrolla como una complicación
de tratamientos previos de radiación. Ésta es una complicación de la
radioterapia dirigida al seno que se presenta en muy raras ocasiones y que se
puede desarrollar en alrededor de cinco a 10 años después de la radiación. El
angiosarcoma también puede ocurrir en el brazo de las mujeres que padecen
linfedema, condición que se presenta como resultado de una cirugía de los
ganglios linfáticos o radioterapia para tratar el cáncer de seno. Para
información sobre linfedema, remítase a la sección, "¿Cómo se trata el
cáncer de seno?" Estos tipos de cáncer tienden a crecer y propagarse muy
rápidamente. El tratamiento es generalmente el mismo que se emplea para otros
sarcomas. Remítase al documento de la Sociedad Americana del Cáncer “Sarcoma:
cáncer de tejidos blandos en adultos”.
¿Cuáles son los
factores de riesgo del cáncer de seno?
Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la
probabilidad de que usted contraiga una enfermedad, como por ejemplo el cáncer.
Los distintos tipos de cáncer conllevan diferentes factores de riesgo. Por
ejemplo, la exposición a los rayos intensos del sol es un factor de riesgo para
el cáncer de piel, Fumar es un factor de riesgo para el cáncer de los pulmones,
la boca, la laringe, la vejiga, el riñón y otros órganos.
Pero los factores de riesgo no lo indican todo. Si se tiene
uno, o hasta varios factores de riesgo, no necesariamente significa que se
desarrollará la enfermedad. La mayoría de las mujeres que tienen uno o más
factores de riesgo de cáncer de seno nunca padecen la enfermedad, mientras que
muchas mujeres que la padecen no tienen factores de riesgo aparentes (además de
ser mujer y el envejecimiento). Aún cuando una mujer con factores de riesgo
padece de cáncer de seno, resulta difícil saber cuánto pudieron haber
contribuido estos factores a su cáncer.
Existen distintos tipos de factores de riesgo. Algunos de
ellos, como la edad o raza de una persona, no se pueden cambiar. Otros están
relacionados con factores cancerígenos ambientales. Otros más están
relacionados con conductas personales tales como fumar, tomar alcohol y la
alimentación. Algunos factores tienen más influencia sobre el riesgo que otros,
y el riesgo de cáncer de seno cambia con el transcurso del tiempo debido a
factores como el envejecimiento o el estilo de vida.
Factores de riesgo
que usted no puede cambiar
Sexo
El simple hecho de ser mujer es el principal riesgo de
padecer cáncer de seno. Aunque las mujeres tienen muchas más células del seno
que los hombres, la razón principal por la que ellas padecen más cánceres de
seno consiste en que las células del seno están expuestas constantemente a los
efectos de estimulación de crecimiento de las hormonas femeninas, estrógeno y
progesterona. Los hombres pueden padecer cáncer de seno, pero esta enfermedad
es aproximadamente 100 veces más común entre las mujeres que en los hombres.
Envejecimiento
El riesgo de padecer cáncer de seno aumenta al envejecer.
Aproximadamente uno de ocho cánceres de seno se detecta en mujeres menores de
45 años de edad, mientras que alrededor de dos a tres cánceres invasivos del
seno se encuentran en mujeres de 55 años o más.
Factores de riesgo
genéticos
Se cree que alrededor del 5 al 10% de los casos de cáncer de
seno son hereditarios, ósea que se originan directamente de defectos genéticos
(llamados mutaciones) heredados de uno de los padres. Si desea más información
sobre los genes y el ADN, consulte la sección "¿Conocemos las causas del
cáncer de seno?".
BRCA1 y BRCA2: la causa más común de cáncer de seno
hereditario es una mutación hereditaria en los genes BRCA1 y BRCA2. En las
células normales, estos genes ayudan a prevenir el cáncer al producir proteínas
que ayudan a evitar el crecimiento anormal de las células. Si usted heredó una
copia mutada de uno de estos dos genes de cualquiera de sus padres, usted tiene
un alto riesgo de cáncer de seno en el transcurso de su vida. El riesgo puede
ser tan alto como 80% para los miembros de algunas familias con mutaciones
BRCA. Estos cánceres tienden a presentarse en mujeres más jóvenes y con más
frecuencia son bilaterales (en ambos senos) en comparación con cánceres en
mujeres que no nacieron con ninguna de estas mutaciones genéticas. Las mujeres
con estas mutaciones hereditarias también tienen un riesgo aumentado de padecer
otros cánceres, particularmente cáncer de ovario.
Antecedentes
familiares de cáncer de seno
El riesgo del cáncer de seno es mayor entre las mujeres
cuyos familiares directos (consanguíneos) desarrollaron esta condición.
El que un familiar de primer grado (madre, hermana o hija)
padezca cáncer de seno casi duplica el riesgo de una mujer. Si dos familiares
de primer grado padecen la enfermedad, el riesgo aumenta aproximadamente cinco
veces.
Aunque no se sabe el riesgo exacto, las mujeres con
antecedentes familiares de cáncer de seno en el padre o un hermano también
tienen riesgo aumentado de padecer esta enfermedad. En total, alrededor del 20
al 30% de las mujeres con cáncer de seno tiene un familiar con esta enfermedad.
Esto significa que la mayoría (70% al 80%) de las mujeres que padecen cáncer de
seno no tienen antecedentes familiares de esta enfermedad.
Antecedentes
personales de cáncer de seno
Una mujer con cáncer en un seno tiene un riesgo de tres a
cuatro veces mayor de padecer un nuevo cáncer en el otro seno o en otra parte
del mismo seno. Esto es diferente a la recurrencia (regreso) del primer cáncer.
Raza y origen étnico
Las mujeres de raza blanca tienen una probabilidad
ligeramente mayor de padecer cáncer de seno que las mujeres de raza negra. Las
mujeres de raza negra tienen más probabilidades de fallecer de este cáncer.
Parte de esto parece deberse a que las mujeres de la raza negra tienden a
padecer tumores más agresivos, aunque la razón de esto se desconoce. Las
mujeres asiáticas, hispanas e indias americanas tienen un menor riesgo de
padecer y morir de cáncer de seno.
Tejido del seno denso
Las mujeres con tejido del seno más denso (como se observa
en un mamograma) tienen tejido más glandular y menos tejido adiposo, por lo que
tienen un riesgo mayor de cáncer de seno. Desafortunadamente, el tejido del
seno denso también puede hacer más difícil que los médicos identifiquen
problemas en los mamogramas.
Ciertas condiciones
benignas del seno
Las mujeres diagnosticadas con ciertas condiciones benignas
pueden tener un riesgo aumentado de cáncer de seno. Algunas de estas
condiciones están más asociadas al riesgo de cáncer de seno que otras. Los
doctores a menudo dividen las condiciones benignas del seno en tres grupos
generales, dependiendo de cómo ellas afectan este riesgo.
Lesiones no proliferativas: estas condiciones no están
asociadas con el sobrecrecimiento del tejido mamario. No parecen afectar el
riesgo de cáncer de seno, o de afectar el riesgo, es a muy poca extensión.
Éstas incluyen:
Enfermedad fibroquística (fibrosis y/o quistes).
Hiperplasia leve.
Adenosis (no esclerosante).
Fibroadenoma simple.
Tumor filoide (benigno).
Un solo papiloma.
Necrosis adiposa.
Mastitis.
Ectasia ductal.
Otros tumores benignos (lipoma, hamartoma, hemangioma,
neurofibroma).
Lesiones proliferativas sin atipia: estas condiciones
muestran un crecimiento excesivo de células en los conductos y lobulillos del
tejido mamario. Estas condiciones parecen aumentar ligeramente el riesgo de
cáncer de seno en una mujer (de una y media a dos veces respecto al riesgo
normal). Éstas incluyen:
Hiperplasia ductal usual (sin atipia).
Fibroadenoma complejo.
Adenosis esclerosante.
Varios papilomas o papilomatosis.
Cicatriz radial.
Lesiones proliferativas con atipia: en estas condiciones,
existe crecimiento excesivo de células en los conductos o lobulillos del tejido
del seno, y las células ya no lucen normales. Estas condiciones tienen un
efecto mayor en el riesgo de cáncer de seno, aumentándolo de cuatro a cinco
veces más que el riesgo normal. Éstas incluyen:
Hiperplasia ductal atípica (atypical ductal hyperplasia,
ADH).
Hiperplasia lobulillar atípica (atypical lobular
hyperplasia, ALH).
Las mujeres con un antecedente familiar de cáncer de seno y
con hiperplasia o hiperplasia atípica tienen un riesgo aún mayor de padecer un
cáncer de seno.
Para más información sobre estas condiciones, consulte el
documento “Condiciones no cancerosas del seno” de la Sociedad Americana del
Cáncer.
Carcinoma lobulillar
in situ
Las mujeres con carcinoma lobulillar in situ (LCIS) tienen
un riesgo de siete a once veces mayor de padecer cáncer en cualquiera de los
senos.
Períodos menstruales
Las mujeres que han tenido más ciclos menstruales debido a que
comenzaron a menstruar a una edad temprana (antes de los 12 años) y/o que
experimentaron la menopausia a una mayor edad (después de los 55 años) tienen
un riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de seno. Esto puede estar
relacionado con una exposición mayor a las hormonas estrógeno y progesterona
durante toda la vida.
Antecedente de
radiación al tórax
Las mujeres que siendo niñas o jóvenes recibieron radiación
en el área del tórax como tratamiento contra otro tipo de cáncer (como la
enfermedad de Hodgkin o el linfoma no Hodgkin) tienen un riesgo
significativamente mayor de padecer cáncer de seno. Esto varía con la edad de
la paciente al momento de recibir la radiación. Si también se administró la
quimioterapia, esto pudo haber detenido por un tiempo la producción de hormonas
ováricas, reduciendo el riesgo. El riesgo de padecer un cáncer de seno debido a
radiación administrada al tórax es el mayor si la radiación se recibió durante
la adolescencia, cuando los senos aún estaban en desarrollo. La radioterapia
después de los 40 años no parece aumentar el riesgo de cáncer de seno.
Exposición a
dietilestilbestrol
Desde los años 40 a los 60, a algunas mujeres embarazadas se
les administraba el medicamento dietilestilbestrol (DES), ya que se pensaba que
éste disminuía las probabilidades de perder el bebé. Estas mujeres tienen un
riesgo ligeramente mayor de padecer cáncer de seno. Las mujeres cuyas madres
tomaron dietilestilbestrol durante el embarazo también pudieran tener un riesgo
ligeramente mayor de cáncer de seno. Para más información sobre DES, remítame
al documento “DES Exposure: Questions and Answers” (disponible en inglés
solamente) de la Sociedad Americana del Cáncer.
Factores relacionados
con el estilo de vida y el riesgo de cáncer de seno
No tener hijos o
tenerlos tarde en la vida
Las mujeres que no han tenido hijos o que tuvieron su primer
hijo después de los 30 años tienen un riesgo de cáncer de seno ligeramente
mayor. Los embarazos múltiples y quedar embarazada cuando la mujer es joven
reducen el riesgo del cáncer de seno. El embarazo reduce el número total de
ciclos menstruales en la vida de una mujer, lo cual puede que sea una razón de
este efecto.
Uso reciente de
anticonceptivos orales
Los estudios han reportado que las mujeres que usan anticonceptivos
orales tienen un riesgo ligeramente mayor de tener cáncer de seno que aquellas
mujeres que nunca los han usado. El riesgo parece bajar a lo normal con el paso
del tiempo una vez se dejan de tomar las pastillas anticonceptivas. Las mujeres
que dejaron de usar los anticonceptivos orales hace más de 10 años no parecen
tener aumento del riesgo de padecer cáncer de seno. Al considerar el uso de los
anticonceptivos orales, las mujeres deben discutir con su equipo de atención
médica sus otros factores de riesgo de cáncer de seno.
Uso de terapia
hormonal posmenopáusica
La terapia hormonal posmenopáusica (post-menopausal hormone
therapy, PHT), también conocida como terapia de restitución de hormonas ha sido
usada por muchos años para ayudar a aliviar los síntomas de la menopausia y
para ayudar a prevenir la osteoporosis (adelgazamiento de los huesos). Los
estudios más preliminares sugirieron que la terapia hormonal también pudiese
tener otros beneficios a la salud, pero estos beneficios no han sido
encontrados en estudios más recientes y mejores diseñados.
Existen dos tipos principales de terapia hormonal
posmenopáusica. Para las mujeres que siguen teniendo el útero (matriz), los
doctores generalmente recetan estrógeno y progesterona (conocida como terapia
hormonal posmenopáusica combinada). Debido a que el estrógeno solo puede
aumentar el riesgo de cáncer de útero, se agrega progesterona para ayudar a
prevenir esto. Por otro lado, a las mujeres que ya no tienen útero (aquellas
que se sometieron a una histerectomía) se les puede recetar sólo estrógeno. A
esto se le conoce comúnmente como terapia de restitución de estrógeno
Terapia hormonal posmenopáusica combinada (PHT): el uso de
terapia hormonal posmenopáusica combinada aumenta el riesgo de padecer cáncer
de seno. Además, pudiera aumentar las probabilidades de morir de cáncer de
seno. Este aumento en riesgo se puede observar con tan poco como dos años de
uso. Los estudios a gran escala han encontrado que hay un aumento en el riesgo
de cáncer de seno relacionado con el uso de la PHT combinada. La terapia
combinada también aumenta la probabilidad de que el cáncer pueda ser encontrado
en una etapa más avanzada, posiblemente porque reduce la eficacia de los
mamogramas.
El riesgo aumentado debido a la terapia hormonal
posmenopáusica combinada parece aplicar sólo a las usuarias actuales y
recientes. El riesgo de una mujer de cáncer de seno parece regresar al de la
población general dentro de cinco años después de suspender la terapia hormonal
posmenopáusica combinada.
Terapia de restitución de estrógenos (ERT): el uso de
estrógeno solo después de la menopausia no parece aumentar tanto el riesgo de
cáncer de seno, si es que lo aumenta. Sin embargo, en algunos estudios se ha
descubierto que la ERT aumenta el riesgo de cáncer de ovario y del seno cuando
se usa por mucho tiempo (por más de 10 años).
Actualmente, tal parece que existen pocas razones
contundentes para usar la terapia hormonal posmenopáusica (terapia hormonal
posmenopáusica o terapia de restitución de estrógenos combinadas), que no sea
para posiblemente aliviar por un corto periodo de tiempo los síntomas de la
menopausia. Además del riesgo aumentado de cáncer de seno, la terapia hormonal
posmenopáusica combinada parece aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca,
coágulos sanguíneos y ataques al cerebro. La terapia reduce el riesgo de cáncer
colorrectal y osteoporosis, pero estos beneficios y el posible daño deben
evaluarse teniendo en cuenta que existen otros métodos efectivos para prevenir
la osteoporosis. Aunque la terapia de restitución de estrógenos no parece tener
mucho efecto en el riesgo de cáncer de seno, sí aumenta el riesgo de ataque al
cerebro. El riesgo aumentado de la terapia de restitución hormonal es el mismo
para hormonas “bioidénticas” y “naturales” que para las hormonas sintéticas.
La decisión de usar la terapia hormonal posmenopáusica debe
tomarla la mujer y su médico después de analizar los posibles riesgos y
beneficios (incluyendo la gravedad de los síntomas de la menopausia), y
considerar los factores riesgos para enfermedad cardiaca, cáncer de seno y
osteoporosis. Si una mujer y su médico deciden emplear la terapia hormonal
posmenopáusica como tratamiento de los síntomas menopáusicos, por lo general es
mejor usar la menor dosis posible y por el tiempo más breve que sea efectiva
para ella.
Mujeres que no lactan
a sus bebés
Algunos estudios sugieren que la lactancia pudiera disminuir
ligeramente el riesgo de cáncer de seno, especialmente si la lactancia se
prolonga por 1 1/2 a 2 años. No obstante, ésta ha sido un área muy difícil de
estudiar.
La explicación para este posible efecto puede ser que la
lactancia reduce el número total de ciclos menstruales en la vida de una mujer
(similar a comenzar los periodos menstruales a una edad mayor o experimentar la
menopausia temprano).
Alcohol
La ingestión de bebidas alcohólicas está claramente asociada
con un aumento en el riesgo de padecer cáncer de seno. El riesgo aumento con la
cantidad de alcohol consumido. En comparación con las mujeres que no ingieren
alcohol, las que consumen una bebida alcohólica diaria tienen un aumento muy
ligero en el riesgo. Aquéllas que toman de dos a cinco bebidas al día tienen alrededor
de 1 ½ veces más riesgo que las mujeres que no toman alcohol. También se sabe
que el consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de padecer cánceres de la
boca, garganta, esófago e hígado. La Sociedad Americana del Cáncer recomienda
que las mujeres limiten su consumo de alcohol a no más de un trago al día.
Sobrepeso y obesidad
Se ha encontrado que el sobrepeso u la obesidad aumentan el
riesgo de cáncer de seno, especialmente en mujeres después de la menopausia.
Antes de la menopausia, sus ovarios producen la mayor cantidad de estrógeno, y
el tejido adiposo produce una pequeña cantidad de estrógeno. Por otro lado,
después de la menopausia (cuando los ovarios dejan de producir estrógeno), la
mayor parte del estrógeno de una mujer proviene del tejido adiposo. Un exceso
de tejido adiposo después de la menopausia puede aumentar su probabilidad de
padecer cáncer de seno al aumentar los niveles de estrógeno.
Sin embargo, la relación entre el peso y el riesgo de cáncer
de seno es compleja. Por ejemplo, el riesgo parece aumentar en las mujeres que
suben de peso en su vida adulta, pero es posible que no aumente en aquellas
mujeres que han tenido exceso de peso desde la infancia. Además, un exceso de
grasa en el área de la cintura afecta el riesgo más que la misma cantidad de
grasa en las caderas y en los muslos. Los investigadores creen que las células
grasas de varias partes del cuerpo tienen diferencias sutiles que pueden
explicar esta observación.
La Sociedad Americana del Cáncer recomienda mantener un peso
saludable durante toda su vida mediante el consumo balanceado de alimentos, la
actividad física y evitar el exceso de peso.
Falta de actividad
física
La evidencia que indica que la actividad física en forma de
ejercicio reduce el riesgo de cáncer de seno está aumentando. La pregunta
principal es determinar cuánto ejercicio es necesario. En un estudio de la
"Women’s Health Initiative" , caminar a paso ligero tan poco como
1.25 a 2.5 horas por semana redujo a 18% el riesgo de una mujer. Con diez horas
de caminata a la semana se redujo el riesgo aún un poco más.
Para reducir su riesgo de cáncer de seno, la Sociedad
Americana del Cáncer recomienda 45 a 60 minutos de actividad física intencional
durante cinco o más días de la semana.
Factores con efectos
inciertos, controversiales o no comprobados en el riesgo de cáncer de seno
Alimentos con alto
contenido de grasas
Los estudios relacionados con la grasa en la alimentación y
el riesgo del cáncer de seno frecuentemente dan resultados conflictivos.
En la mayoría de los estudios se ha encontrado que el cáncer
de seno es menos común en aquellos países cuya dieta típica tiene un bajo
contenido total de grasas, bajo contenido de grasas poliinsaturadas y bajo
contenido de grasas saturadas. Por otro lado, muchos estudios realizados en las
mujeres de los Estados Unidos no han encontrado que exista una relación entre
el riesgo del cáncer de seno y el consumo de grasas en la alimentación. Los
investigadores todavía no están seguros de cómo explicar este desacuerdo
aparente. Los estudios en los que se compara la alimentación y el riesgo de
cáncer de seno en diferentes países se complican con otras diferencias (como
por ejemplo el nivel de actividad, la ingestión de otros nutrientes y los
factores genéticos), que también pueden alterar el riesgo de cáncer de seno.
Es necesario realizar más investigaciones para entender
mejor el efecto de los tipos de grasa consumidos sobre el riesgo de cáncer de
seno. Sin embargo, se ha demostrado que
las calorías son un factor que cuenta, y la grasa es su fuente principal. Los
alimentos con altos contenidos de grasa pueden causar obesidad o sobrepeso, lo
que es un factor de riesgo para el cáncer de seno. Sin embargo, se ha demostrado
que estos factores afectan el riesgo de
padecer otros tipos de cáncer, y el consumo de ciertos tipos de grasa se
relaciona claramente con el riesgo de padecer trastornos cardíacos.
Humo del tabaco
La mayoría de los estudios han reportado que no hay una
relación entre fumar cigarrillos y el cáncer de seno. Aunque algunos estudios
han sugerido que el fumar aumenta el riesgo de cáncer de seno, esto sigue
siendo controversial.
Un foco activo de investigación consiste en si el humo de
segunda mano aumenta el riesgo de cáncer de seno. Tanto el humo directo que
aspira el fumador como el humo de segunda mano contienen químicos que, en altas
concentraciones, causa cáncer de seno en roedores. Los químicos en el humo del
tabaco alcanzan el tejido del seno, los cuales han sido encontrados en la leche
materna.
La evidencia relacionada con el humo de segunda mano y el
riesgo de cáncer de seno en los estudios con humanos es controversial, por lo
menos en parte ya que no se ha demostrado que los fumadores están en riesgo
aumentado. Otra posible explicación para esto consiste en que el humo del
tabaco puede tener diferentes efectos en el riesgo de cáncer de seno de los
fumadores y de aquellas personas que sólo están expuestas al humo.
Un informe de la Agencia de Protección Ambiental de
California concluyó en 2005 que la evidencia asociada con el humo de segunda
mano y el cáncer de seno es “consistente con una asociación causal” en mujeres
jóvenes, principalmente premenopáusicas. El informe de la Dirección General de
Salud Pública de los Estados Unidos “The Health Consequences of Involuntary
Exposure to Tobacco Smoke”, emitido en 2006, concluyó que en este momento la
evidencia es “sugerente, pero no suficiente” para establecer el vínculo. De
todas maneras, este posible vínculo con el cáncer de seno es otra razón para
evitar el humo de segunda mano.
¿Conocemos las causas
del cáncer de seno?
Aunque muchos factores de riesgo pudieran aumentar las
probabilidades de llegar a tener cáncer de seno, todavía no se sabe exactamente
cómo algunos de estos factores de riesgo causan que las células se vuelvan
cancerosas. Las hormonas parecen desempañar un papel en muchos casos del cáncer
de seno, aunque no se conoce totalmente cómo esto ocurre.
Ciertos cambios en el ADN pueden causar que las células
normales del seno se hagan cancerosas. El ADN es el químico en cada una de
nuestras células que porta nuestros genes (las instrucciones sobre cómo
funcionan nuestras células). Por lo general, nos parecemos a nuestros padres
porque ellos son la fuente de nuestro ADN. Sin embargo, el ADN afecta algo más
que nuestra apariencia.
Algunos genes contienen instrucciones para controlar cuándo
nuestras células crecen, se dividen y mueren. A ciertos genes que aceleran la
división de las células se les denomina oncogenes. Otros, que desaceleran la
división celular o que causan que las células mueran en el momento oportuno, se
llaman genes supresores de tumores. El cáncer puede ser causado por mutaciones
(cambios) en el ADN que “activan” los oncogenes o “desactivan” los genes
supresores de tumores.
¿Se puede prevenir el
cáncer de seno?
No existe una manera segura de prevenir el cáncer de seno,
pero existen algunas cosas que todas las mujeres pueden hacer, lo cual podría
reducir su riesgo, o en caso de que el cáncer suceda, podría favorecer las
probabilidades de detectar la enfermedad en sus etapas iniciales cuando es más
tratable.
Cómo reducir su
riesgo
Usted puede reducir su riesgo de cáncer de seno si altera
aquellos factores de riesgo que se pueden cambiar (remítase a la sección,
¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de seno?) Si limita el consumo de
alcohol, hace ejercicio regularmente y mantiene un peso saludable, usted está
reduciendo su riesgo de cáncer de seno. Las mujeres que optan por amamantar a
sus bebés al menos varios meses también pueden obtener un beneficio adicional
al reducir el riesgo de cáncer de seno.
Actualmente no está claro si los químicos en el ambiente que
tienen propiedades parecidas al estrógeno (tal como aquellos encontrados en
algunas botellas plásticas o ciertos cosméticos y productos del cuidado
personal) aumentan o no el riesgo de cáncer de seno. Si existe un riesgo
aumentado, probablemente es muy pequeño. Aun así, las mujeres que estén
preocupadas por este riesgo pueden optar por evitar los productos que contienen
estas sustancias cuando sea posible.
Detección temprana
del cáncer de seno
No previene el cáncer de seno, pero puede ayudar a detectar
el cáncer cuando hay mayores probabilidades de que el tratamiento sea exitoso.
Quimioprevención en
el cáncer de seno
La quimioprevención
es el uso de medicamentos para reducir el riesgo de cáncer. Se han estado
estudiando varios medicamentos para reducir el riesgo de cáncer de seno.
Tamoxifeno:
medicamento que obstruye algunos efectos del estrógeno en el tejido del seno.
El tamoxifeno se ha estado utilizado durante muchos años para reducir el riesgo
de la recurrencia de un cáncer localizado del seno y como tratamiento del
cáncer avanzado del seno cuando el tumor es receptor de estrógeno positivo
(consulte la sección "¿Cómo se trata el cáncer de seno?"). En varias
investigaciones se ha encontrado que el tamoxifeno también puede reducir el
riesgo de cáncer de seno en las mujeres que están en riesgo aumentado de la
enfermedad.
Los resultados del estudio clínico de prevención del cáncer
de seno (BCPT, por sus siglas en inglés) han mostrado que las mujeres bajo
riesgo aumentado de cáncer de seno tienen menos probabilidades de padecer la
enfermedad si toman tamoxifeno. Las mujeres en el estudio tomaron tamoxifeno o
un placebo por cinco años. Después de un seguimiento de siete años, las mujeres
que tomaron tamoxifeno presentaron 42% menos cánceres de seno que aquellas que
tomaron el placebo, aunque no hubo una diferencia en el riesgo de muerte debido
al cáncer de seno. El tamoxifeno está aprobado para reducir el riesgo de cáncer
de seno en mujeres con alto riesgo.
Debido a que el tamoxifeno produce efectos secundarios que
incluyen el incremento de riesgo de cáncer de endometrio (uterino) y la
formación de coágulos, toda mujer debe considerar los posibles beneficios y
riesgos del tamoxifeno antes de decidir si es lo adecuado para ella.
Aunque el tamoxifeno parece reducir el riesgo de cáncer de
seno en las mujeres con mutaciones genéticas BRCA2, lo mismo puede que no sea
verdad para aquellas con mutaciones BRCA1.
Raloxifeno: al
igual que el tamoxifeno, el raloxifeno también bloquea el efecto del estrógeno
en el tejido del seno. Un estudio de comparación de la eficacia de estos dos
medicamentos en mujeres después de la menopausia, llamado "Study of
Tamoxifen and Raloxifene" (STAR), encontró que el raloxifeno redujo el
riesgo de cáncer de seno invasivo tan bien como el tamoxifeno, aunque no
presentó el mismo efecto protector contra el cáncer no invasivo (DCIS o LCIS).
No obstante, el raloxifeno ha reducido los riesgos de ciertos efectos
secundarios, tal como el cáncer uterino y los coágulos sanguíneos en las
piernas o los pulmones, en comparación con el tamoxifeno (aunque el riesgo de
coágulos sanguíneos seguía siendo mayor que lo normal).
El raloxifeno ha sido aprobado para ayudar a reducir el
riesgo de cáncer de seno en las mujeres que han pasado por la menopausia y que
padecen de osteoporosis (adelgazamiento de los huesos) o que están en alto
riesgo de cáncer de seno.
Inhibidores de la
aromatasa: actualmente también se están estudiando medicamentos como el
anastrozol, el letrozol y el examestano como agentes quimiopreventivos en
mujeres posmenopáusicas. Estos medicamentos ya se han estado utilizando para
ayudar a prevenir las recurrencias del cáncer de seno. Estos medicamentos
funcionan al bloquear la producción de las pequeñas cantidades de estrógeno que
las mujeres que han pasado por la menopausia normalmente producen. Sin embargo,
estos medicamentos también pueden causar efectos secundarios, como dolor y
rigidez en las articulaciones y pérdida de hueso, lo que conduce a un riesgo
mayor de osteoporosis. Hasta este momento, ninguno de estos medicamentos ha
sido aprobado para reducir el riesgo de padecer cáncer de seno.
Otros medicamentos:
los estudios también analizan otros medicamentos. Por ejemplo, algunos estudios
han encontrado que las mujeres que toman aspirina o medicamentos
antiinflamatorios no esteroideos (NSAIDs), como ibuprofeno, parecen tener un
riesgo menor de cáncer de seno. Éstos, al igual que otros medicamentos y
suplementos dietéticos, se están estudiando para ver si pueden reducir el
riesgo de cáncer de seno, aunque en la actualidad ninguno ha sido aprobado para
reducir este riesgo.
Muchos de los medicamentos mencionados anteriormente se
discuten más adelante en la sección, “¿Cómo se trata el cáncer de seno?"
(tratamiento hormonal). Para más información sobre los posibles beneficios y
riesgo de los medicamentos quimiopreventivos, consulte el documento
“Medicamentos para reducir el riesgo de cáncer de seno” de la Sociedad
Americana del Cáncer.
Cirugía preventiva
para las mujeres con un riesgo muy alto de cáncer de seno
Para las pocas mujeres con un riesgo muy alto de padecer
cáncer de seno, la cirugía profiláctica, como la mastectomía bilateral (doble)
pudiera ser una opción.
Mastectomía
preventiva bilateral (profiláctica): la extirpación de ambos senos antes
del diagnóstico de cáncer puede reducir significativamente el riesgo de cáncer
de seno (hasta en un 97%). Esto no previene completamente el cáncer de seno,
pues incluso un cirujano muy cuidadoso dejará al menos algunas células
mamarias. Estas células se pueden convertir en células cancerosas. Algunas de
las razones para considerar este tipo de cirugía pueden incluir:
Presencia de genes
BRCA mutados, detectados mediante pruebas genéticas.
Cáncer previo en un
seno.
Antecedentes
familiares significativos (cáncer de seno en varios parientes cercanos).
Muestras de biopsia que muestren carcinoma lobulillar in
situ (LCIS).
No hay forma de saber con antelación si esta cirugía beneficiará
a una mujer en particular. Algunas mujeres con mutaciones del BRCA padecerán
cáncer de seno cuando son jóvenes, y una mastectomía profiláctica antes de que
el cáncer aparezca podría añadir muchos años a sus vidas. Aunque la mayoría de
las mujeres con mutaciones del BRCA padecen cáncer de seno, hay algunas que no.
Estas mujeres no se beneficiarían de la cirugía, aunque éstas aún tendrían que
lidiar con sus efectos secundarios.
Se recomienda enfáticamente obtener segundas opiniones antes
de que cualquier mujer decida someterse a esta cirugía
¿Se puede detectar el
cáncer de seno en sus primeras etapas?
Las pruebas y exámenes de detección tienen el propósito de
encontrar una enfermedad, como el cáncer, en las personas que no tienen ningún
síntoma. El objetivo de los exámenes para detectar el cáncer de seno, como los
mamogramas, en sus primeras etapas consiste en encontrar el tumor canceroso
antes de que empiece a causar síntomas. Los tumores cancerosos del seno que se
encuentran porque pueden ser palpados tienden a ser mayores, y tienen más
probabilidades de haberse extendido más allá del seno. En cambio, los que se
encuentran durante los exámenes de detección suelen ser pequeños y estar aún
confinados al seno. El tamaño y la extensión del cáncer de seno son factores
importantes para establecer el pronóstico (expectativa de vida) de una mujer que
padezca de esta enfermedad.
No hay duda de que las pruebas de detección temprana del
cáncer de seno salvan miles de vidas cada año, y que muchas más pudieran
salvarse si un número aún mayor de mujeres y sus doctores aprovecharan dichas
pruebas.
Las mujeres de 40 años en adelante deben hacerse un
mamograma de detección al año, y deben continuar haciéndose este examen
mientras estén en buen estado de salud.
La evidencia que existe sobre los beneficios de los
mamogramas es aún más contundente que en el pasado. En particular, la evidencia
reciente confirma que los mamogramas ofrecen un beneficio sustancial a las
mujeres entre 40 y 49 años de edad. Las mujeres pueden sentirse seguras de los
beneficios asociados con los mamogramas habituales para encontrar el cáncer en
su etapa inicial. Sin embargo, los mamogramas también tienen sus limitaciones:
un mamograma pasará por alto algunos cánceres, y algunas veces reflejará
hallazgos que no son cáncer, lo que conducirá a procedimientos de seguimiento,
incluyendo las biopsias.
Las mujeres deben ser informadas sobre los beneficios,
limitaciones y daños potenciales asociados con los exámenes de detección
periódicos. Los mamogramas pueden pasar por alto algunos cánceres. A pesar de
las limitaciones del mamograma, siguen siendo un recurso muy efectivo y valioso
para disminuir el sufrimiento y las muertes causadas por el cáncer de seno.
Para las mujeres de edad avanzada, la decisión de someterse
a mamogramas debe basarse en el estado de salud y otras enfermedades graves,
tales como insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad renal de etapa
terminal, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y demencia de moderada a
grave. La edad por sí sola no debe ser la razón para suspender los mamogramas
que se hacen periódicamente. Mientras la mujer se encuentre en buen estado de
salud y pueda ser una candidata para recibir tratamiento, debe continuar
haciéndose un mamograma.
Las mujeres de 20 a 39 años de edad deben someterse a un
examen clínico de los senos, como parte de un examen de salud periódico, por
parte de un profesional de la salud al menos cada tres años. A partir de los
40, las mujeres deben someterse a un examen del seno por parte de un
profesional de la salud todos los años.
El examen clínico de
los senos es un complemento de los mamogramas y una oportunidad para la
mujer y su médico o enfermera de discutir varios asuntos, tales como cualquier
cambio que se haya detectado en sus senos, información sobre las pruebas de
detección temprana, y los factores de riesgo que tenga la mujer que pudieran
hacer que ella tenga más probabilidad de padecer cáncer de seno.
Llevar a cabo el examen clínico de los senos poco antes del
mamograma pudiera tener algunos beneficios. El examen debe incluir
instrucciones sobre cómo familiarizarse más con sus senos. Además, se le debe
proveer información sobre los beneficios y limitaciones del examen clínico de
los senos y el autoexamen de los senos. El
riesgo de cáncer de seno es muy bajo en una mujer de 20 a 29 años, pero el
riesgo aumenta con la edad.
A la mujer se le debe
informar que cualquier síntoma nuevo relacionado con el seno debe ser
notificado a su profesional de la salud con la mayor brevedad posible.
El autoexamen del
seno es una opción para las mujeres después de cumplir 20 años de edad. Se debe
orientar a las mujeres sobre los beneficios y las limitaciones del autoexamen
de los senos. La mujer debe reportar a su médico o enfermera cualquier cambio
en sus senos lo antes posible.
La investigación ha
demostrado que, en comparación con el descubrimiento de una masa o bulto por
casualidad, o simplemente estar consciente de lo que es normal en cada mujer,
el autoexamen de los senos tiene una función menor en el descubrimiento del
cáncer de seno. Algunas mujeres se sienten muy cómodas haciendo el autoexamen
de los senos regularmente (por lo general, una vez al mes después del periodo
menstrual), lo que requiere de un método sistemático paso a paso para examinar
la apariencia y palpar sus senos. Otras mujeres se sienten mejor simplemente
observando y palpando sus senos en un método menos sistemático, por ejemplo, al
ducharse o vestirse o haciéndose ocasionalmente un examen completo. Algunas
veces, la técnica de hacer el autoexamen correctamente preocupa tanto a las
mujeres que les causa estrés. Hacerse el autoexamen de los senos habitualmente
permite a las mujeres saber cómo se sienten y lucen normalmente sus senos, así
como palpar cualquier cambio en ellos. Ya sea que usted opte por hacerse el
autoexamen o decida no hacerlo, lo importante es notificar inmediatamente a su
médico o enfermera cualquier cambio en sus senos.
En las mujeres que
decidan hacerse el autoexamen de los senos, el profesional de la salud debe
revisar, durante el examen físico, la técnica que ellas emplean para hacerse el
autoexamen de los senos. Es aceptable que las mujeres opten por no hacerse el
autoexamen de los senos o no hacerlo de forma periódica. Sin embargo, si se
hace este examen regularmente, mediante la observación y la palpación, usted
puede conocer el aspecto normal de sus senos y detectar con más facilidad
cualquier signo o síntoma si se produce algún cambio, tal como el origen de una
masa o protuberancia, hinchazón, irritación o formación de hoyuelos o
hendiduras en la piel, dolor o retracción (contracción) de los pezones,
enrojecimiento o escamosidad de los pezones o de la piel de los senos, o una
secreción que no sea de leche materna. Si nota cualquier cambio, usted debe ver
a su doctor lo antes posible para que le haga una evaluación. Recuerde que en
la mayoría de las veces estos cambios que se producen en los senos no
constituyen un cáncer.
Las mujeres que tienen un alto riesgo (riesgo durante la
vida mayor de 20%) deben someterse a una imagen de resonancia magnética junto
con un mamograma cada año. Las mujeres en riesgo moderadamente mayor (riesgo
durante la vida del 15% al 20%) deben hablar con su doctor sobre los beneficios
y limitantes de agregar una prueba de detección con MRI a su mamograma anual.
La prueba de detección de MRI anual no se recomienda en mujeres cuyo riesgo de
cáncer de seno durante la vida sea menor al 15%.
Las mujeres en alto
riesgo incluyen aquéllas que:
Se sabe que presentan una mutación del gen BRCA1 o BRCA2.
Tienen un pariente de primer grado (madre, padre, hermana o
hija) con una mutación del gen BRCA1 o BRCA2, pero no se han sometido ellas
mismas a una prueba genética.
Tienen un riesgo de cáncer de seno durante su vida del 20%
al 25% o mayor, de acuerdo a las herramientas de evaluación del riesgo que se
basan principalmente en el antecedente familiar.
Han sido sometidas a radioterapia en el área del tórax
(pecho) cuando tenían una edad de entre 10 y 30 años.
Tienen el síndrome de Li-Fraumeni, de Cowden o de Bannayan-Riley-Ruvalcaba,
o tienen parientes de primer grado con uno de estos síndromes.
Las mujeres en riesgo
moderado incluyen aquéllas que:
Tienen un riesgo de cáncer de seno durante su vida del 15%
al 20%, de acuerdo a las herramientas de evaluación del riesgo que se basan
principalmente en el antecedente familiar (vea información más adelante).
Tienen un antecedente personal de cáncer de seno, carcinoma
ductal in situ (DCIS), carcinoma lobulillar in situ (LCIS), hiperplasia ductal
atípica (ADH), o hiperplasia lobular atípica (ALH).
Tienen senos extremadamente densos o irregularmente densos
al examinarse en los mamogramas.
Si se utiliza una imagen por resonancia magnética (MRI),
debe hacerse en conjunto con, y no en sustitución de, un mamograma de detección.
Esto se debe a que mientras un MRI es una prueba más sensible (que es más
propensa a detectar el cáncer que un mamograma), aún podría no detectar algunos
cánceres que el mamograma sí detectaría.
Para la mayoría de las mujeres en alto riesgo, la detección
con mamogramas y MRIs debe comenzar a la edad de 30 años y continuar hasta que
la mujer conserve un buen estado de salud. Pero debido a que la evidencia es
limitada respecto a la mejor edad en la cual comenzar la detección, esta
decisión debe basarse compartidamente entre el paciente y su proveedor de
atención médica, tomando en consideración las circunstancias y preferencias
personales.
Hay varias herramientas disponibles para la evaluación del
riesgo, como modelo Gail, modelo Claus y modelo Tyrer-Cuzick, que ayudan a los
profesionales médicos a calcular el riesgo de cáncer de seno en una mujer.
Estas herramientas dan un valor aproximado en lugar de una cifra exacta,
calculando el riesgo de cáncer de seno sobre diferentes combinaciones de
factores de riesgo y de conjuntos de datos. Como resultado, puede que se
obtengan cálculos de riesgo distintos en una misma mujer. Los resultados deben
hablarse entre la mujer y su doctor cuando se utilicen para decidir si comenzar
o no la detección con MRI.
Se recomienda que la mujer que se somete a la detección con
MRI lo haga en un centro de atención que pueda realizar biopsias del seno
guiadas con MRI al mismo tiempo, en caso de ser necesario. De no ser así, la
mujer podría requerir un segundo examen con MRI en otro centro de atención al
momento de realizar la biopsia.
No hay evidencia en ese momento sobre si un MRI puede ser
una herramienta de detección eficaz para las mujeres en riesgo promedio.
Mientras que el MRI es más sensible que el mamograma, también presenta una tasa
mayor de positivos falsos (es más probable encontrar algo que resulta no ser
cáncer), lo cual origina que se realicen más pruebas y biopsias de lo necesario
en muchas de estas mujeres.
Mamogramas
Un mamograma es una radiografía del seno. Se usa un
mamograma de diagnóstico para diagnosticar alguna enfermedad del seno en
mujeres que presentan síntomas en sus senos o resultados anormales en un
mamograma de detección. El mamograma de detección se usa para encontrar
enfermedades de los senos en mujeres que no tienen síntomas, es decir, que
aparentemente no tienen problemas en los senos. Por lo general, en los
mamogramas de detección se tomen dos radiografías (radiografías tomadas de
ángulos diferentes) de cada seno. En algunos pacientes, como las mujeres con
implantes de senos, es necesario tomar más radiografías para incluir en ellas
tanto tejido del seno como sea posible. Las mujeres que estén lactando a sus
bebés pueden hacerse los mamograma, aunque éstos no sean probablemente tan
precisos debido a que el tejido del seno tiende a estar denso.
Aunque se han realizado radiografías del seno durante más de
70 años, el mamograma moderno sólo existe desde 1969. Ese fue el primer año en
que hubo disponibles unidades de rayos X especiales para la obtención de
imágenes del seno. El equipo moderno para el mamograma está diseñado para tomar
radiografías del seno, y utiliza niveles muy bajos de radiación, generalmente
una dosis de aproximadamente 0.1 a 0.2 rads por imagen (un rad es una medida de
la dosis de radiación).
Existen guías estrictas aseguran que el equipo de mamograma
sea seguro y que utilice la dosis de radiación más baja posible. A muchas
personas les preocupa la exposición a los rayos X, pero el nivel de radiación
usado en el equipo moderno de los mamogramas no aumenta significativamente el
riesgo de cáncer de seno.
Para poner la dosis en perspectiva, si una mujer con cáncer
de seno es tratada con radiación, recibirá alrededor de 5,000 rads. Si se
sometiera a mamografías cada año a partir de los 40 años y continuara
haciéndolo hasta los 90 años, recibiría entre 20 y 40 rads.
Para el mamograma, el pecho se somete a presión entre dos
placas para aplanar y dispersar el tejido. Aunque puede que esto resulte
incómodo por un momento, es necesario para producir una buena lectura en el
mamograma. Esta presión ejercida es por sólo unos cuantos segundos. El
procedimiento completo de un mamograma para la detección toma alrededor de 20
minutos. Este procedimiento produce una imagen en blanco y negro del tejido del
seno en una película grande o en una imagen digital de computadora que lee un
radiólogo (doctor especialmente capacitado para interpretar las imágenes de
rayos X, ecografía, MRI y estudios relacionados).
Algunos adelantos en la tecnología, tal como la mamografía
digital, pueden ayudar a los médicos a leer los mamogramas con más precisión.
Estos adelantos se describen en la sección "¿Cómo se diagnostica el cáncer
de seno?".
¿Qué es lo que el
médico observa en su mamograma?
El doctor que lee las radiografías busca varios tipos de
cambios.
Las calcificaciones son minúsculos depósitos de minerales
dentro del tejido del seno que parecen pequeñas manchas blancas en las
radiografías. Puede o no que sean causadas por el cáncer. Las calcificaciones
se dividen en dos tipos:
Las macrocalcificaciones son gruesos (grandes) depósitos de
calcio que, la mayoría de las veces, representan cambios en los senos causados
por el envejecimiento de las arterias del seno, viejas lesiones o
inflamaciones. Estos depósitos están asociados con condiciones no cancerosas y
no requieren una biopsia. Las macrocalcificaciones se encuentran en aproximadamente
la mitad de las mujeres mayores de 50 años de edad, así como en una de diez
mujeres menores de 50.
Las microcalcificaciones son minúsculas partículas de calcio
localizadas en el seno. Pueden aparecer individualmente o en forma de racimos.
Las microcalcificaciones que aparecen en un mamograma causan más preocupación,
pero aun así no siempre indican la presencia de cáncer. La forma y la
distribución de las microcalcificaciones ayudan al radiólogo a evaluar cuán
probable es que el cáncer esté presente. Si las calcificaciones causan
sospechas de cáncer, se realizará una biopsia.
Una masa, que puede ocurrir con o sin calcificaciones, es
otro cambio importante que se observa en los mamogramas. Estas masas pueden
deberse a muchas cosas, incluyendo quistes (sacos llenos de líquido que no son
cancerosos) y tumores sólidos no cancerosos (como los fibroadenomas), aunque
también podrían ser cáncer. Por lo general, las masas que no son quistes
necesitan una biopsia.
En un examen físico, un quiste y un tumor se pueden sentir
igual al parparse. Puede que también luzcan igual en un mamograma. Para
confirmar que una masa en realidad es un quiste, a menudo se utiliza la
ecografía del seno. Otra opción consiste en remover (aspirar) el líquido del
quiste con una aguja hueca y delgada.
Si una masa no es un simple quiste (que al menos es
parcialmente sólido), entonces es posible que usted necesite más estudios por
imágenes. Algunas masas pueden se observadas con mamogramas periódicos,
mientras que otras pudieran necesitar una biopsia. El tamaño, la forma y los
márgenes (bordes) de la masa ayudan al radiólogo a determinar si hay cáncer.
Es muy importante que el radiólogo tenga disponible sus
mamogramas anteriores. ya que éstos pueden ser útiles para mostrar si una masa
o calcificación no ha cambiado en muchos años. Esto implicaría que es probable
que la masa sea una condición benigna y que no se requiera de una biopsia.
Limitaciones de los
mamogramas
Un mamograma no puede demostrar que un área anormal es
cáncer. Para confirmar si hay presencia de cáncer, se debe extraer una cantidad
pequeña de tejido y examinarse con un microscopio. Este procedimiento, llamado
biopsia, se describe en la sección "¿Cómo se diagnostica el cáncer de
seno?".
Debe estar consciente de que los mamogramas se hacen para
encontrar cáncer de seno que no se puede palpar. Si tiene una masa en el seno,
debe someterse a revisión por su médico y considerar someterse a una biopsia
incluso si el mamograma reporta resultados normales.
Para algunas mujeres, como aquellas con implantes de senos,
es posible que sea necesario obtener más imágenes. Los implantes de seno
dificultan la visualización del tejido del seno en los mamogramas
convencionales, pero se pueden utilizar otras tomas diferentes con
desplazamiento de implantes y compresión, para examinar más completamente el
tejido del seno.
Los mamogramas no son estudios perfectos que siempre
encuentran cáncer de seno. En mujeres jóvenes, los mamogramas no son tan
eficaces, generalmente porque sus senos son densos, lo que puede ocultar un
tumor. Esto también puede ser cierto para mujeres embarazadas y las que están
en lactancia. Debido a que la mayoría de los cánceres de seno ocurre en mujeres
de edad avanzada, esto usualmente no representa una gran preocupación.
Sin embargo, esto puede ser un problema para las mujeres
jóvenes que tienen un alto riesgo de cáncer de seno (debido a mutaciones
genéticas, fuerte antecedente familiar de cáncer de seno u otros factores) ya
que a menudo desarrollan este cáncer a una temprana edad.
Un tecnólogo estará presente a fin de colocar los senos para
el mamograma. La mayoría de los técnicos son mujeres. Usted y el tecnólogo
serán los únicos que estarán durante el mamograma.
Para obtener una imagen de mamograma de alta calidad es
necesario comprimir ligeramente el seno. Un técnico coloca el seno en la placa
inferior de la máquina del mamograma. Esta placa está hecha de metal y tiene
una gaveta que contiene la película de la radiografía o la cámara para producir
una imagen digital. Se baja la placa superior, que está hecha de plástico, para
comprimir el seno por unos cuantos segundos mientras el técnico toma una
imagen.
El procedimiento completo toma alrededor de 20 minutos. La
compresión del seno propiamente dicha sólo dura unos segundos.
Usted experimentará ciertas molestias durante la compresión
del seno, pero no debe sentir dolor. Trate de no programar un mamograma para
cuando sea más probable que sus senos estén sensibles, como justo antes o
durante el periodo menstrual.
Ahora se requiere que todos los centros de mamografía envíen
los resultados en un lapso de 30 días. Por lo general, si hay algún problema
con el mamograma, usted debe ser notificada en un lapso de cinco días hábiles.
Sólo de dos a cuatro de cada 1,000 mamogramas conduce a un
diagnóstico de cáncer. Aproximadamente un 10% de las mujeres que se someten a
un mamograma necesitarán más pruebas, y sólo la mayoría necesitará un mamograma
adicional. No se alarme si esto le sucede. Sólo de un 8% a un 10% de estas
mujeres necesitarán una biopsia, y la mayoría (80%) de estas biopsias no darán
como resultado un diagnóstico de cáncer.
Si es mujer y tiene 40 años o más, debe someterse a un
mamograma cada año. Puede programar el siguiente mientras se encuentre en el
centro o puede solicitar que se le envíe un recordatorio.
Consejos para
realizar los mamogramas
Las siguientes son
sugerencias para asegurarse que reciba un mamograma de calidad:
Si no está a la vista cerca del escritorio de la
recepcionista, pida le muestren el certificado de SSA otorgado a todas las
instalaciones que ofrecen mamografía. Acuda a un centro de atención
especializado en mamogramas o que efectúe muchos cada día.
Si está satisfecha con la buena calidad del centro de atención,
continúe yendo anualmente para que así se puedan comparar sus mamogramas cada
año.
Si acude a un centro de atención por primera vez, traiga una
lista de los lugares, las fechas de los mamogramas, las biopsias u otros
tratamientos del seno que haya tenido en el pasado.
Si se ha hecho mamogramas en otro centro de atención, haga
lo posible por obtener sus mamogramas anteriores para que los lleve al nuevo
centro de atención (o pida que sean enviados a éste) y así los puedan comparar
con las más recientes.
El día del examen no use desodorante o antitranspirantes.
Algunos de éstos contienen sustancias que pueden interferir con la lectura de
su mamograma, ya que pueden aparecer como puntos blancos en la radiografía.
Es posible que usted encuentre conveniente vestir una falda
o pantalón para que solamente tenga que quitarse la blusa para el estudio.
Programe su mamograma cuando sus senos no estén sensibles o
inflamados para ayudar a reducir la molestia y para asegurar una buena imagen.
Trate de evitar hacerse el mamograma la semana antes del período menstrual (la
regla).
Siempre descríbale al tecnólogo que está haciendo el
mamograma cualquier síntoma o problema del seno que esté experimentando. Esté
preparada para describir cualquier historial médico que podría afectar su
riesgo de cáncer de seno, tal como cirugías previas, uso de hormona, o
antecedentes familiares o personales de cáncer de seno. Consulte con su médico
o enfermera cualquier problema o hallazgo nuevo en su seno antes de hacerse el
mamograma.
Si su médico no se comunica con usted dentro de 10 días, no
asuma que el resultado del mamograma fue normal. Llame a su médico o a la
instalación.
¿Cuántas mujeres
tienen cáncer de seno en Mexico?
A nivel internacional una de cada ocho mujeres tiene o va a
desarrollar el cáncer de mama en el lapso de su vida.
En México los registros epidemiológicos
muestran que el número de casos nuevos
reportados de cáncer mamario va en
aumento, así como la tasa de mortalidad por esta causa, actualmente ocupa
el primer lugar como causa de muerte por neoplasia maligna en las mujeres
mayores de 25 años y es un grave problema de salud pública en nuestro país.
En 2012, el
cáncer de mama fue la principal causa de
morbilidad hospitalaria por tumores malignos entre la población de 20 años
y más (19.4%) y en las mujeres tres de
cada 10 son hospitalizadas por esta causa, en tanto que en los varones
representa apenas 1.2 por ciento.
Para el 2012 se
presenta la incidencia más alta del
periodo con 26.64 casos nuevos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más. Lo
que significa que desde 2012 por cada caso nuevo detectado en hombres, se
detectan 26 en mujeres.
Durante los últimos siete años en México, la incidencia de cáncer de mama (número de
casos nuevos por cada 100 mil personas de cada sexo) para la población
masculina de 20 años y más se ha mantenido relativamente estable y a la baja
desde 2011, al pasar de 0.70 a 0.37 casos nuevos en 2013. En las mujeres, la
tendencia no es tan clara, con años de ligeros descensos y posteriores
repuntes, pero se destaca que en 2012 se
presenta la incidencia más alta del periodo con 26.64 casos nuevos por cada 100
mil mujeres de 20 años y más. Lo que significa que desde 2012 por cada caso
nuevo detectado en hombres, se detectan 26 en mujeres.
En 2013 la incidencia
más alta de neoplasias mamarias se presentó en las mujeres de 60 a 64 años (67 casos nuevos por cada 100 mil mujeres
del mismo grupo de edad), seguidas por las del grupo de 50 a 59 años (53 casos nuevos) y de las de 45 a 49
años (46 casos nuevos). Estos datos
concuerdan con lo reportado a nivel internacional, donde se señala que son las
mujeres mayores de 40 años en quienes principalmente incide la enfermedad,
aunque se ha encontrado que en países de bajos y medianos ingresos se está
dando un incremento de casos en mujeres en edad reproductiva (de 15 a 49 años)
Por entidad federativa, durante 2013 los estados con el
mayor número de casos nuevos de tumores malignos de mama fueron Campeche
(119.00 casos por cada 100 mil mujeres de 20 años y más), Aguascalientes (53.91
de cada 100 mil) y Jalisco (50.26 de cada 100 mil); mientras que en Hidalgo,
Guerrero y México, la detección de casos nuevos de neoplasias mamarias es la
más baja del país (9.90, 8.19 y 8.04 por cada 100 mil mujeres de ese grupo de
edad, respectivamente). Se observa que de las 32 entidades federativas de
nuestro país, la mitad de ellas presentaron una incidencia superior a la media
nacional y la otra parte está por debajo.
Las tasas más altas
de morbilidad hospitalaria de mujeres por cáncer de mama, las presentan las de
60 a 64 años (212.51 casos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad),
seguidas por las mujeres de 65 a 74 años de edad (183.03) y las de 50 a 59 años
con 172.81 egresos hospitalarios. Como se puede observar, de los 20 a los 64
años de edad, la tasa muestra una tendencia al alza y desciende a partir de los
65 años. Destaca la importancia de la autoexploración, al observar que cinco de
cada 100 mil mujeres de 20 a 29 años y 36 del grupo de 30 a 39 años, egresen
por esta enfermedad, a pesar de que las mastografías de tamizaje se realizan a
partir de los 40 años en el sector público de salud.
Otra medida que
permite observar el impacto del cáncer de mama entre las mujeres, es la tasa de
letalidad hospitalaria, con la cual se obtiene el número de personas fallecidas
por esta enfermedad respecto del total de egresos hospitalarios. Para 2012, se
observó que a partir de los 40 años esta tasa aumentó conforme se incrementó la
edad de la mujer, y alcanza su punto máximo en aquellas de 80 años y más, al
fallecer 10 de cada 100 mujeres con cáncer. Esto se puede explicar considerando
que a mayor edad es más probable que junto con el cáncer estén presentes otras
enfermedades crónico-degenerativas que dificulten la respuesta del cuerpo ante
las opciones terapéuticas (cirugía, quimioterapia o radioterapia) y ante la
agresividad del propio tumor.
En México, para la población de 20 años y más, es la cuarta
causa de mortalidad por tumores malignos (7.9%) y la segunda entre las mujeres
de ese grupo de edad (15.4 por ciento); en tanto que en los hombres, apenas
representa 0.1% de las defunciones por cáncer.
Por otra parte, la
tasa de mortalidad observada por cáncer de mama, durante los últimos 6 años en
México, no ha mostrado grandes variaciones; de forma general de 2007 a 2011, 14
de cada 100 mil mujeres de 20 años y más han fallecido por esta enfermedad,
mientras que para 2012, hay un ligero incremento (15 de cada 100 mil mujeres).
En cuanto a los varones del mismo grupo de edad, la tasa más alta es la
registrada en 2012 (0.14).
Por grupos de edad, los fallecimientos de
mujeres de 20 años y más muestran un incremento conforme aumenta la edad. Entre
las mujeres de 40 a 49 años, la tasa de mortalidad observada por cáncer de mama
es de 14.36 y de 29.50 para las mujeres de 50 a 59 años; en las de 75 a 79 años
es de 47.27, alcanzando la tasa de mortalidad más alta en el grupo de 80 años y
más con 64 fallecimientos por cada 100 mil mujeres de ese grupo de edad.
Por entidad federativa,
Coahuila tiene la tasa más alta de mortalidad por cáncer de mama entre mujeres
mayores de 20 años, con 28.58 por cada 100 mil, superando ligeramente al
Distrito Federal, con 20.12 y a Sonora con 19.75 fallecimientos por cada 100
mil mujeres. Por otro lado, Quintana Roo, Campeche y Oaxaca, son los estados
con las tasas más bajas (8.00, 7.60 y 7.13 por cada 100 mil mujeres de 20 años
y más, respectivamente). De manera general, se observa que en el norte del
país, así como en Jalisco, Colima, Aguascalientes, Morelos y el Distrito
Federal, presentan tasas superiores a 15.92, mientras en el sur, no rebasan el
10.69.
Finalmente…
El cáncer de mama, es uno de los cánceres que junto con el
cervicouterino, el bucal y el colorrectal tienen tasas de curación elevadas
cuando se detectan de forma temprana y se tratan adecuadamente, por tal motivo,
un diagnóstico de cáncer de mama no debe significar una sentencia de muerte. A
nivel internacional, la OMS fomenta programas que permitan la detección
temprana, ya sea mediante la sensibilización (uso de la autoexploración
mamaria) y de preferencia por medio de las mastografías de tamizaje. Esta
última opción lamentablemente no es viable en todos los países, por los costos
que supone para los sistemas de salud.
Al respecto, es necesario destacar la importancia de una
atención integral al paciente con cáncer de mama, que requiere la colaboración
de diversos prestadores de salud, como son oncólogos, enfermeras, psicólogos,
así como la comprensión y apoyo de la sociedad, no estigmatizando ni
discriminando a quienes la padecen y fortaleciendo la red de apoyo de estos
pacientes, pues es una enfermedad que desde que se diagnostica puede generar
angustia, depresión y estrés crónico lo que incluso puede interferir en la
aceptación del tratamiento a seguir o en su abandono.
cabe destacar que existen factores de riesgo como la
obesidad, el alcoholismo y el tabaquismo que pueden ser modificables por medio
del ejercicio, la ingesta de una dieta adecuada, y el control del consumo de
las sustancia mencionadas, así como la promoción de la lactancia materna que a
largo plazo pueden disminuir la incidencia de cáncer de mama.
En 2012, quince de
cada cien fallecimientos por tumores malignos en mujeres de 20 años o más
fueron por cáncer de mama
En la actualidad,
Tres de cada diez mujeres son
hospitalizadas por esta causa.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI
Secretaría de Salud SSA.
Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud SPPS
Knaul, Bhadelia, Gralow, Arreola-Ornelas, Langer y Frenk,
2012
Organización Mundial
de la Salud OMS
Organización Panamericana de la Salud OPS
American Psychological Association
Diario Oficial de la Federación.
Gobierno de la República, 2013
La Sociedad Americana del Cáncer
Women’s Health Initiative
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